Cuestión de madurez

25/11/2012 - 17:10 Alberto Moreno

Cuestión de madurez. El Cuenca se llevó el derbi regional de balonmano –el más espectacular de las últimas ediciones– por pequeños detalles y por saber estar en los momentos decisivos del partido. En los instantes en los que hubo que sacar la experiencia a relucir, un equipo serio y muy hecho como el de Zupo Equisoaín superó a un Quabit que luchó lo indecible, pero que se quedó con un sabor de boca muy amargo.
El comienzo del choque fue espectacular –como lo sería la mayor parte del encuentro– con la primera acción del partido convertida en gol por De la Rubia y el ataque siguiente con la parada de Jorge Gómez, que propició el contraataque que transformó Radulovic. Era un 2-0 en apenas un minuto que hacía presagiar una buena mañana de balonmano y que podía asustar a cualquier rival, pero no lo hizo con el Cuenca. Los de Zupo no se inquietaron lo más mínimo y con Diego Moyano desde la portería y Sorrentino en ataque, el equipo conquense remontó sin muchas dificultades. Se estaban viviendo unos primeros minutos intensos, de buen balonmano y sobre todo de extrema igualdad, aunque, una vez que los de Cuenca tomaron la delantera –4-5, a los ocho minutos– ya no la abandonó. De hecho, los de Zupo, tomaron una renta de dos goles tras el tanto de Mendoza (9-11), lo que hizo que Garralda pidiera su tiempo muerto. Pero las instrucciones del navarro no dieron sus frutos. Así, una pérdida de balón del Quabit y un ataque precipitado provocaron un inquietante 9-13, que acortó Javi Parra desde los siete metros. Era una renta de tres goles en la que los visitantes parecían moverse muy cómodos. De hecho se repitió hasta el tramo final del partido y que no varió ni con las exclusiones de jugadores de uno y otro equipo. Garza en los últimos segundos de la primera parte situaba el 14-17, pero sobre la bocina Jorge Silva anotaba el 15-17 con el que se echaba el cierre al primer acto de una intensa y brillante obra.

La segunda parte
Un parcial de 0-2 de inicio ponía la máxima ventaja que había tenido cualquiera de los dos equipos (15-19) a favor del Globalcaja, aunque Javi Parra y Víctor Tremps –brillante su conexión al pivote con el central De la Salud– volvían a acortar (17-19), una renta que incluso llegó a ser menor con el 19-20 que ponía en un contraataque el repescado Marco Gamuz en el que era el primero de los dos tandos que anotó en el encuentro. No había duda. Había partido y sobre todo, seguía habiendo emoción, mucha emoción. A estas alturas del partido ya había quedado claro que un derbi regional es distinto a todos los demás encuentros de la liga. Y más en esta ocasión, donde la rivalidad se vivía en la cancha y tambíen en la grada donde los gritos del Cueca, Cuenca intentaban tapar los de Guada, Guada. El Globalcaja vivía en esos momentos de los lanzamientos de Sorrentino y el Quabit empezaba a hacerlo de las paradas de Jorge Gómez. Así, un paradón suyo llevó a Rasic a culminar una contra y a apretar otra vez el luminoso (21-22), una reacción que culminó con un lanzamiento lejano, potente y efectivo Drasko Nenadic. Empate (22-22). El David Santamaría estallaba.

Sin embargo, una inferioridad por los dos minutos a Radoluvic la pagó el Quabit con un nuevo despegue conquense (23-25). Parecía que iba a ser el momento en el que los de Zupo se iban a distanciar definitivamente. Pero el partido merecía más emoción, más igualdad. El espectáculo brillante de unos y otros no podía acabar con un amplio parcial y el Quabit volvió a empatar el choque (27-27, a falta de diez minutos). Con garra, fuerza y sobre todo mucha pasión, el cuadro alcarreño estaba manteniéndose vivo y lo más importante, los jugadores mostraban en su rostro la sensación de que podían ganar, de que era el día de hacer algo grande. Dos acciones de fuerza del argentino Simonet ponían de nuevo dos arriba a su equipo. Garralda pedía tiempo muerto. Había que templar los posibles nervios de sus jugadores.

Todo apuntaba a un final de infarto y cualquier error se podía pagar muy caro. De hecho el partido entró en sus dos últimos minutos con un 31-31. Un gol del jovencísimo Juanjo Fernández y un balón perdido de Radulovic –con la contra otra vez de Juanjo Fernández- pusieron el 31-32. En los últimos segundos se impuso la veteranía del Cuenca. Las ganas por querer ganar del Quabit se transformaron en nervios y Juanjo Fernández, muy acertado en el tramo final del partido se encargó de despertar del sueño a los aficionados alcarreños (31-34).