
Donde manda Molinero no manda Molino
22/03/2015 - 15:09
El inicio fue inmejorable para el cuadro deportivista con Philippe Toledo inaugurando el marcador antes de cumplir el primer cuarto de hora. Los de Carlos Pérez Salvachúa, auspiciados por una tremenda solvencia en la medular que es la clave del equilibrio, mandaban sobre el tapete de manera incontestable.
Sentadas las bases, solo faltaba que la calidad individual se impusiera. Ahí es donde entran en juego Arroyo y sobre todo, Javi López y Molinero. Cuando estos dos se juntan que se ate los machos quien esté enfrente porque no hay manera humana de pararlos. Buena muestra de ello fue un eslalon del madrileño que estuvo a punto de acabar con gol de tacón del malagueño. También rayó a gran nivel Arroyo, que parecía sin sitio tras la lesión y se ha hecho indiscutible. Ha callado muchas bocas, entre ellas la del que escribe.
Brillantez
Por momentos, el Depor se gustó. Paredes, triangulaciones, muchos desmarques y un sinfín de ocasiones que acabaron en el limbo igual que podían haber acabado en la de Ismael. Del Fuenlabrada, muñeco de trapo en manos de los locales, solo algún destello de Carlos Martínez o Matas pero poquito más durante los primeros 45 minutos. Lo más reseñable, la vuelta al Escartín de Javi Barral, que defendió la camiseta morada más de un centenar de partidos.
Los visitantes parecían otros después del paso por vestuarios. Ya no serían la comparsa ideal al festival morado. Para empezar Carlos Martínez rozó el empate en un libre directo sacado por Kevin de la mismísma escuadra. Síntomático fue que en el cuadro local empezaron a hacerse más visibles los defensores, Verdú, Chema Mato o Zamora. Por cierto Zamora, poco ruido, pero muchas, muchas nueces. Gran central el que fichó el Depor en el pasado mercado invernal. Su colocación es fantástica, comete pocos errores y se entiende a la perfección con Verdú, vamos que se ha ganado el puesto con todas las de la ley.
Cambio de dominador
La dinámica del duelo había cambiado pero el Guadalajara no quiso ver las señales. Pecó de exceso de confianza, reculó y finalmente el Fuenla consiguió la igualada en una jugada absurda. Los centrales estuvieron poco contundentes dentro del área parafraseando a Miguel López López, no descosieron la pelota y al segundo rebote, Molino batió a Kevin. El marcador y las fuerzas se equilibraron.
Chema Mato, tal vez el mejor hasta el golazo de Molinero, tuvo que multiplicarse recuperando balones y estorbando a los mediapuntas fuenlabreños.Los alcarreños ya no desplegaban el fútbol alegre del primer tiempo. No obstante, Salvachúa quiso mandar un mensaje ambicioso a su tropa quemando los últimos cartuchos con Edgar, Manzano y Lacruz.
Apoteósis
Aún así pintaban bastos para los de casa a falta de un cuarto de hora. Escaseaban el aliento, las ideas y tiempo para buscar un segundo gol redentor. Justo es en esa clase de panoramas donde se manifiesta el auténtico talento y la grandeza de los jugadores. Con esa definición de los hechos ya adivinan al protaginista del desenlace: Don Abel Molinero. A estas alturas de Liga ya es perfectamente consciente de su condición de líder, y como tal, asume la responsabilidad de echarse el equipo a la espalda.
De esta forma el extremo madrileño, el único con la clarividencia y cuajo necesarios, cogió el cuero, se dio la vuelta enfilando a portería y llegando a la frontal, disparó cruzado a media altura. El meta visitante intentó la estirada aunque solo pudo encomendarse a la providencia... el balón entró. Estalló de furia y felicidad el banquillo y las casi 3.000 personas que llenaron el Escartín. Triunfo sufrido, regustillo espectacular.