El Azuqueca logró un punto en casa aunque mereció la victoria

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

El equipo azudense mereció mejor suerte.
Fútbol- Tercera División
Sólo el trabajo defensivo y sobre todo la actuación del portero rodense evitó que el Azuqueca dejara ayer en el San Miguel los tres puntos de su encuentro de la jornada frente a un rival que cosechó su octava jornada consecutiva sin conocer la victoria. Los espectadores fueron testigos de las numerosas ocasiones de que disfrutaron los azudenses, desbaratadas una tras otra por el portero de La Roda. Los de Quique López suman ya siete puntos en tres jornadas consecutivas, lo que supone haber salido de los puestos de cola y empezar a mirar más lejos.
Los azudenses tuvieron que conformarse con el punto del empate a cero que cosecharon en su encuentro frente a La Roda. La mañana comenzaba nublada sobre las gradas del San Miguel, y pronto descargó las primeras gotas sobre los jugadores que llevaban apenas unos minutos sobre el resbaladizo terreno de juego.

El equipo rojinegro comenzó el encuentro con mucha fuerza, demostrando su objetivo de dejar los tres puntos en casa y llegando pronto al área rival (en apenas tres minutos). El primer remate con peligro fue sólo dos minutos después, donde Cristian remata un pase perfecto de Javi Hernández que atrapó el portero. Tras gozar de varias llegadas seguidas al área, todas ellas sin llegar a ser definidas, los azudenses comenzaron a perder fuerza cerca del minuto 20 de juego, cuando los rodenses parecieron despertar del asedio al que estaban siendo sometidos, y equilibraron el encuentro. El Azuqueca aún gozaría de cuatro oportunidades en los pies de Javi Hernández antes de irse al descanso con el marcador sin cambios.
Tras el descanso los de Quique López salieron con el mismo espíritu hambriento de victoria, pero de nuevo volvieron a perder gas en torno al minuto 65. La meta rodense fue alcanzada cada vez con mayor frecuencia por los azudenses, que veían cómo el portero se tornaba siempre una barrera infranqueable. Edgar primero, Pancorbo después, y A. Ongil por último, vieron cómo sus balones se escapaban de la red a la vez que dejaban marchar los ansiados tres puntos.