El Azuqueca suelta la baliza de socorro

16/03/2014 - 15:28 Rubén Martínez

 
Al Azuqueca le ha mirado un tuerto, o se ha cruzado con un gato negro o algún antiguo enemigo le está practicando vudú. Porque sino no se entiende semejante acumulación de infortunios en este 2014. En los próximos días se cumplirán tres meses –se dice pronto– desde la última victoria liguera y ello hace que el equipo azudense sea un manojo de nervios. La derrota ante el Mora escuece y deja además a los rojinegros contra las cuerdas, en una situación crítica al borde del descenso.
rece pasar lo que está pasando. Al igual que el Mora no mereció vencer en el San Miguel. Se esmeró más en tareas subrepticias que en la práctica del juego. Pero ese otro fútbol, si además va acompañado de rigor táctico y sacrificio, también da triunfos. Encima a los toledanos les sonrío el destino en dos ocasiones, la primera en forma de un absurdo penalti que significó el 0-1; la segunda, marcando el 1-2 justo en el mejor momento del Azuqueca. Demasiada crueldad.

El choque discurría de forma equilibrada hasta esa pena máxima convertida por Portillo a los 20 minutos. Ello empezó a decantar la balanza a favor de los morachos y a condicionar también el juego. Los hombres de Kiko Vilches se sentían cómodos cediendo el balón, esperando en su campo. El Azuqueca, por su parte, intentaba refrendar su mayor posesión con ocasiones de peligro aferrándose al talento de Pascu y las arrancadas de Pablo Jiménez entre líneas. Aún así acabaron el primer tiempo cabizbajos, sin ritmo y sin ideas.

Hubo conjura en el descanso. Los rojinegros saltaron al césped con nuevos bríos, dando mayor amplitud al campo con Kevin y encerrando a su adversario. El Mora, venido a menos, no salía de la cueva sobreviviendo a duras penas en el carrusel de oportunidades locales. Esaú, Pascu, Baeza en un córner... se quedaban una y otra vez a un tris de marcar pero ninguno era capaz de alojar el balón en la red. Ese empuje (a veces con más corazón que cabeza) acabó dando sus frutos al cabecear Esaú un buen centro de Pascu. Era el empate y daba paso al auge definitivo de las filas azudenses. Había esperanza, y argumentos futbolísticos, había hambre de triunfo ante un Mora especulativo y replegado. Tena y Perea se sincronizaban en el medio campo, Pascu y Pablo buscaban desgarrar a la defensa toledana y Esaú no paraba de pegarse con los centrales.

Pintaba bien la verdad pero todo se fue al garete en un fugaz contragolpe. Con el Azuqueca volcado, Noé condujo el esférico lanzado hacia la portería, Olcina desvío el pase de la muerte y el balón, que venía endiablado, no pudo ser atajado por Javi Alonso. Portillo no tuvo piedad en el rechace subiendo el 1-2 al luminoso con solo 15 minutos por delante. Lo que vino después fue desconcierto en el Azuqueca, que pudo encajar algún gol más a la contra y el resto, argucias del Mora con continuas pérdidas de tiempo para impedir el último arreón de los locales.

El conjunto rojinegro se encuentra en una situación peliaguda y suelta ya la baliza de socorro con cuatro puntos al norte del descenso como coordenadas. Después de dos años fantásticos luchando por el play-off, este equipo tiene que cambiar el chip pero será igual de bonito verles dejándose el alma por salvar la categoría.