Empate a nada en el San Miguel

02/03/2014 - 15:46 Rubén Martínez

 
El pírrico empate a cero entre Azuqueca y Ciudad Real da una muestra de lo sucedido durante los 90 minutos. En líneas generales, un tostón de encuentro con una mitad de tibio dominio para cada equipo; los visitantes entraron al campo con mejor pie e incluso pudieron sacar tajada del peor primer tiempo que se recuerda esta temporada en el San Miguel. No lo hicieron y en respuesta los locales tuvieron la sartén cogida por el mango durante todo el segundo acto.
Sin embargo los nervios atenazaron al cuadro azudense, incapaz de hilvanar tres pases seguidos, de poner un centro en condiciones desde la banda, de finalizar varios contragolpes peligrosos o de buscar las cosquillas desde fuera del área al meta Montiel. De un tiempo a esta parte, los enemigos han perdido el respeto al San Miguel, antaño un fortín casi inexpugnable. Antes solían salir escaldados, ahora ven factible arañar puntos y desde el inicio salen a morder. Sin ser un prodigio de equipo, el Ciudad Real encontró la fórmula enseguida ante un Azuqueca romo con el balón en los pies. La mejor y única ocasión para haber roto el cerocerísmo la tuvo Jesute, ese resabiado delantero al que no se le puede dar ni un milímetro, pero su disparo desde el punto de penalti fue atajado por Sergio, habitual suplente de Javi Alonso.

Cada vez que los manchegos se acercaban al área rojinegra, su endeble defensa tiritaba. Tampoco el Ciudad Real estaba para echar cohetes en la retaguardia y así ambos equipos entraban con suma facilidad por bandas. Pese a ello las ocasiones brillaban por su ausencia. Con todo, justo antes del descanso, pudo adelantarse el conjunto de Alberto Parras en un disparo de Jesute desde 40 metros que se le escurrió de las manos a Sergio. El cancerbero se vio obligado a recular y rescató el cuero desde la mismísima línea de gol evitando la que habría sido pifia del año.

Tras el paso por los vestuarios y con viento a favor, los de Miguel López mostraron mayor empaque. Gozaron de posesiones más largas pero llegando a línea de tres cuartos las carencias y los nervios salían a flote con continuas imprecisiones. Estaba más cerca el 1-0 que el 0-1 pero ni tan siquiera la entrada de David Moreno y Kevin fue suficiente para tumbar al Ciudad Real. Con Pascu desconectado, faltaba fluidez para surtir de balones a Tito y Esaú. que intentaban lo indecible pero no lograban tener balones francos en su zona preferida. En el rush final llegó la impotencia cristalizada en la absurda expulsión de París. Todavía pudo ser peor ya que en una de las últimas jugadas Kike Ureña tiró de experiencia para derribar a Ivanchu y evitar el mano a mano con Sergio. Francamente si los dos hubieran podido perder eso habría sido lo más justo. Los rojinegros necesitan un golpe de suerte para salir de la crisis.