Hacer las Europas
01/10/2010 - 09:45
Bill Laimbeer. Puede que a muchos de ustedes no les suene el nombre, pero si lo acompañamos con los de Joe Dumars, Dennis Rodman o Isiah Thomas, seguro que les será más familiar. Todos ellos tenían algo en común: formaban parte de los Bad Boys de Detroit, quizá el equipo ganador con más carácter y dureza que haya existido jamás en la NBA.
El entrenador de aquellos Pistons, a la postre campeones de la NBA en 1989 y en 1990, era ni más ni menos que Chuck Daly, toda una institución en los banquillos al otro lado del Atlántico y que disfrutó años después del enorme privilegio de entrenar al único y verdadero Dream Team, el de Barcelona. Pues el relevo exitoso como coach lo ha tomado su ex discípulo Laimbeer, que hace unos días se proclamó por tercera vez campeón de la WNBA junto con sus Detroit Shock.
2003, 2006 y 2008 han sido los años triunfales para las chicas de la Motown. En esta ocasión han tenido enfrente a las San Antonio Silver Stars de la belga Wauters y de la cuestionada Becky Hammon -nacionalizada rusa para poder competir en los Juegos, algo que no sentó muy bien en su país-. Las Shock no dieron opción a las tejanas con un 3-0 que sirvió para restañar las heridas abiertas en la final del año pasado cuando Diana Taurasi, una alero superlativa de Phoenix Mercury, privó a Laimbeer y a sus pupilas de renovar el título.
Detroit Shock no tiene ese estilo duro que caracterizaba a su entrenador. Laimbeer apuesta por un juego elaborado y de conjunto, pero aglutinando el peso del equipo en cuatro pilares esenciales: Deena Nolan, anotadora incansable; Taj McWilliams, una poderosa interior; Cheryl Ford, hija del mítico Karl Malone, y, cómo no, Katie Smith, tres veces campeona olímpica y tres veces campeona de la WNBA, capaz de decidir una final, como la de 2006, merced a una antológica canasta.
Pues bien, la WNBA echó el cierre, pero no así sus jugadoras. Es el momento de hacer caja en las ligas europeas donde, y aunque parezca mentira, los sueldos suelen ser más altos que en la WNBA -para estas jugadoras-. Serán meses muy productivos. El dinero ruso se llevará a las mejores y, como en años atrás, sus equipos estarán en la cima del Viejo Continente. Aquí nos conformaremos con jugadoras muy aceptables como Snow, Lovelace, Tamera Young o Wyckoff, entre otras, aunque sin rango de estrellas. No está mal sabiendo que, como dijo Quevedo, poderoso caballero es don Dinero.
2003, 2006 y 2008 han sido los años triunfales para las chicas de la Motown. En esta ocasión han tenido enfrente a las San Antonio Silver Stars de la belga Wauters y de la cuestionada Becky Hammon -nacionalizada rusa para poder competir en los Juegos, algo que no sentó muy bien en su país-. Las Shock no dieron opción a las tejanas con un 3-0 que sirvió para restañar las heridas abiertas en la final del año pasado cuando Diana Taurasi, una alero superlativa de Phoenix Mercury, privó a Laimbeer y a sus pupilas de renovar el título.
Detroit Shock no tiene ese estilo duro que caracterizaba a su entrenador. Laimbeer apuesta por un juego elaborado y de conjunto, pero aglutinando el peso del equipo en cuatro pilares esenciales: Deena Nolan, anotadora incansable; Taj McWilliams, una poderosa interior; Cheryl Ford, hija del mítico Karl Malone, y, cómo no, Katie Smith, tres veces campeona olímpica y tres veces campeona de la WNBA, capaz de decidir una final, como la de 2006, merced a una antológica canasta.
Pues bien, la WNBA echó el cierre, pero no así sus jugadoras. Es el momento de hacer caja en las ligas europeas donde, y aunque parezca mentira, los sueldos suelen ser más altos que en la WNBA -para estas jugadoras-. Serán meses muy productivos. El dinero ruso se llevará a las mejores y, como en años atrás, sus equipos estarán en la cima del Viejo Continente. Aquí nos conformaremos con jugadoras muy aceptables como Snow, Lovelace, Tamera Young o Wyckoff, entre otras, aunque sin rango de estrellas. No está mal sabiendo que, como dijo Quevedo, poderoso caballero es don Dinero.