El árbitro y el rival desquician al Azuqueca

13/03/2016 - 16:58 Ana G. Hernández

El Azuqueca salvó un punto en el minuto 89 después de un grandioso remate de Esaú que no desmereció ni su control ni el pase largo de Tena. De esta forma, el ariete rojinegro, que regresaba después de tres partidos en el dique seco, ponía algo de justicia al partido que enfrenteba a su equipo contra el Villarrubia. Y es que, aunque en la primera mitad, los locales no estuvieron a su mejor nivel; en la segunda rescataron ese Azuqueca aguerrido y divertido que tanto gusta a la parroquia azudense.


Sin embargo, tanto en la primera como en la segunda mitad, los de Joselu Sánchez se encontraron con dos fuertes escollos que librar: El propio Villarrubia y Mora Correa. No en vano, los de Sergio Anclán plantearon un partido muy complicado en el San Miguel, presión arriba y cortar cualquier tipo de juego que intentara desarrollar su rival. Si a eso se une que Beamud, Pirri, Rubén Gómez y Juanfri saben tocarla, la odisea rojinegra estaba montada. Y es que en el 22 se lesionó Moha. Pero en su lugar saltó un Juanma Ortíz muy peleón e inspirado. Tanto que fue el autor del tanto visitante aprovechando un pase filtrado de Beamud en el 40.


Por ese entonces, el Azuqueca también había perdido a otro de sus jugadores clave, Pancorbo. Lesión que provocó la entrada del renqueante Esaú, a la postre héroe de su equipo. Un Pancorbo que, en los 29 minutos que duró sobre el verde, fue el que tuvo la más clara para los locales en un acción a balón parado. La otra, en el 36, tuvo como protagonista a Gonzalo que remachó alto la única gran jugada colectiva del Azuqueca en este primer acto.


Ya en la segunda mitad, el Azuqueca fue más Azuqueca, mientras el Villarrubia esperaba agazapado cualquier posible contra para morder. Los de Joselu empezaron a mover de un lado a otro y a acercarse cada vez con más peligro a la portería ciudadrealeña, pero sus intentos se topaban una y otra vez con la dureza de una defensa que no le iba a poner las cosas nada fáciles. Una dureza que consistía en cortar de raíz cualquier triangulación, pero que Mora Correa, aunque las sancionaba, no lo hacía con la contundencia de las amarillas. Eso sin mencionar, los constantes agarrones que padeció Esaú dentro del área. Agarrones que, sistemáticamente, impedían que el punta llegara a rematar los centros de sus compañeros. En definitiva, actuación, la de Mora Correa que terminó desquiciando al Azuqueca, a su cuerpo técnico y a la grada.