
Los dioses no estuvieron de parte del Marchamalo
19/05/2013 - 23:24
Los sueños, sueños son. Al Marchamalo se le hizo imposible culminar su estratosférica remontada del último mes y certificó su descenso a Primera Preferente tras ocho años entre la flor y nata de Castilla-La Mancha. Para más sonrojo, tuvo que ser en el derbi ante el rival vecino, que llegaba a esta última jornada con la tercera plaza asegurada y sin nada en juego.
Pese a tener la mente puesta en el sorteo de esta tarde, nadie puede poner en duda la profesionalidad de los azudenses. Salieron a ganar, con intensidad y sin medias tintas. Sin sestear con el resultado vaya. Aprovecharon los nervios de su atenazado rival para merodear el área visitante desde el arranque. De esta guisa, Miguelón, dueño absoluto del espacio aéreo en el San Miguel, tuvo en su cabeza el 1-0 en varias faltas laterales botadas por Pascu. A los dos minutos ya se cantó el primer uy! y en el tres, primera gran estirada de Nacho para desviar un disparo envenenando de Rafa Espada.
La defensa gallarda titubeaba como un flan y en el Azuqueca, corrían como diablos. El objetivo, mantener el ritmo competitivo y la inercia ganadora de cara al inminente play-off de ascenso. Tuvo que espabilarse el Marchamalo gracias a las buenas noticias venidas de Ciudad Real. Allí vencía ya el Villarrobledo. El milagro era posible, incluso tras empatar el Ciudad Real nada más cumplir el primer cuarto de hora.
Quique López apostó por el once y la fórmula que tan buenos resultados le había dado en las últimas cuatro victorias. Con Isra en el mediocampo e intentando aprovechar la velocidad de Javi Hernández y Rony por los costados pero la tensión se palpaba en el ambiente. Y ello repercutía en continuas imprecisiones. Sin embargo, en una estrategia (aparentemente uno de los fuertes del Azuqueca), sacaba tajada el cuadro marchamalero. Saque de esquina de Isra y remate de Daoiz en el primer palo para abrir la lata.
Perdona el Marchamalo
A renglón seguido, pudo poner tierra de por medio Daoiz tras una gran internada de Rony pero el balón se paseó por boca de gol sin que el capitán pudiera llegar. La respuesta de los rojinegros fue clara. Buscar las diagonales de Kevin y Rafa Espada. Tras este impás volvió a perder el control el cuadro de Quique López. Había marcado su gol y quiso marcar también el del Villarrobledo. Se durmió en los laureles. Ello se escenificó en la última jugada del primer tiempo, una acción que cambió por completo el escenario. De la Plata se confió en un balón largo y Esaú se dio una carrera de 30 metros como un poseso robándole la cartera a Carletes y encarando hacia la meta visitante. Al defensor no le quedó otra que derribarle y vio su segunda cartulina amarilla.
Apenas hubo tiempo para comprobar si había digerido bien la expulsión el conjunto gallardo cuando llegó el primer jarro de agua fría. El verdugo: Kevin Barrera. El Fideo rojinegro por su parecido con Di María arrancó pegado a la cal, tiró un autopase que dejó sentado a Miguel Pérez y ya dentro del área, se deshizo de Dani en una baldosa. Batir a Nacho fue la guinda a un auténtico jugadón. Ese tanto colocaba al Marchamalo en una situación crítica, a dos goles de la permanencia. Además, con marcador a favor, el Azuqueca supo jugar con la histeria de los marchamaleros, que eran un manojo de nervios y se estrellaban una y otra vez ante el muro local. Además, la inferioridad numérica comenzó a notarse en las filas visitantes. Tena y Pascu encontraban espacios por doquier y mandaban auténticas dagas a Espada y Kevin. Así llegó el 2-1 marcado por Rafita en un rechace.
A la desesperada
Faltaba media hora y el Marchamalo se lanzaba ya a la heroica. Daoiz perdonó en un mano a mano con Del Mazo pero en el córner posterior Manolo, que había salido al campo hacia apenas unos minutos, hacía el empate. Con 2-2 en el San Miguel y 2-2 en Ciudad Real, al Marchamalo le valía con un gol (propio o del Villarrobledo) para conseguir el milagro. En esas, el derbi se puso al rojo vivo pero tras unos minutos de locura fue el Azuqueca el que perdonó el 3-2 en varias contras fulminantes.
Los ánimos fueron menguando en el Marchamalo y en su lugar hizo acto de presencia la desesperación. Fruto de esa irritación, Rony y Bata acabaron en la ducha antes de tiempo y finalmente el cuadro verdillo no pudo evitar lo inevitable. Solo un gol separó a los de Quique López de la gloria y la salvación. A la postre sucedió lo que sucede cuando se deja todo para el último día.