Los goles se agotaron el día del Cacereño
15/12/2013 - 16:20
Para el Melilla la hoja de ruta estaba clara y meridiana. Había que tener mil ojos con Zazo el creador y sobre todo con Quique el ejecutor y después, cruzar los dedos para pillar al cuadro morado con el carrito de helado. Efectivamente así fue. Aguantó paciente durante el primer tiempo y encontró el oportunismo necesario en los primeros compases del segundo. Salvachúa repitió el mismo once que tan buenos frutos le había dado siete días antes. Akrong, como pareja de baile Espín en el eje de la zaga y Toledo como complemento de Quique.
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Tras un primer cuarto de hora de tanteo, el Guadalajara disfrutaba de mayor posesión. Tello se las apañaba sin fisuras en el balance defensivo y Zazo más despistado de lo habitual y Jairo echaban una mano en la elaboración. Sobrepasado el ecuador de la primera parte, las ocasiones brillaban por su ausencia. Se añoraban las internadas de Aitor Núñez por la banda derecha (resultaron clave ante el Cacereño y en jornadas anteriores) y Javi López, muy tapado y poco incisivo. En ese escenario, todo pasaba por la creatividad de Quique. Igual que la distancia más corta entre dos puntos es una línea recta, la distancia más corta entre el balón y la portería es Quique. Pura verticalidad. Cada vez que agarraba el cuero, el pucelano cabalgaba sin otra meta que el portal de Munir. Sin embargo, Bolaños y Mahanan no le dejaban ni a sol ni a sombra así que tenía que currarse cada acción de cualquier manera posible. En ataque, lo más potable del cuadro melillense en ese primer acto fueron la combatividad de Chota y David Vázquez en la punta y las llegadas de Fran Miranda desde segunda línea con algún que otro disparo desde larga distancia.
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Se adelanta y perdona elÂÂ Melilla
Aterrizó mejor en el segundo tiempo el conjunto norteafricano. También se le pudo achacar algo de displicencia al Depor. El caso es que en solo tres minutos, varias acciones timoratas desembocaron en un saque de esquina rematado de forma inapelable por Chota al fondo de las mallas. Si antes del gol, el cuadro de Juan Moya había venido al Escartín a especular, con el 0-1 pintaban bastos. Los rojinegros aguardaban replegados esperando un fallo que llegó ocho minutos después en una jugada de chirigota. Balón largo a la espalda de la defensa, descordinación entre Akrong y Álvaro Campos y pifia monumental de Nacho Aznar que tira el balón fuera sin oposición alguna. El destino otorgaba una segunda oportunidad el cuadro alcarreño.
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Los deportivistas se vieron obligados a depurar su juego y la solución obvia fue abrir el campo. Las continuas coberturas defensivas de Nando y Fran Miranda y el excesivo juego por el centro provocaban el embudo en el ataque. Aitor y Julio empezaron a vivir en campo contrario y Javi López, comenzó a tener sus primeras acciones pegado a la cal habilitando a los delanteros. Quique derrochaba recursos rematadores pero no podía batir a Munir. Probó de chilena, por bajo y de volea desde el balcón del área pero siempre estaba tremendamente rodeado. Tampoco acertó Toledo a la media vuelta y los minutos corrían en contra del conjunto deportivista. Zazo confirmó el momento álgido con una intentona detenida con solvencia por el cancerbero visitante.
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El partido ya solamente se jugaba en una dirección. Salvachúa quemaba sus últimas naves dando entrada a Jesús Álvaro como carrilero ultraofensivo y Mateo para aprovechar su calidad en los últimos metros. Mientras, para el Melilla suponía un serio desahogo recuperar el balón de vez en cuando. Se le estaba haciendo molto longo el encuentro al cuadro rojinegro y la inercia parecía conducir al empate. Pero una y otra vez, el Depor se obececaba en balones frontales, fáciles de defender para la valla melillense. La expulsión de Aitor apenas cambió las cosas. A la desesperada el Depor murió en el área rival pero la oportunidad más clara la tuvieron los foráneos en un mano a mano de Fran Miranda desbaratado por Campos. Al final, una derrota injusta y que no entraba en los planes que deja entre otras cosas la conclusión de que no se puede depender única y exclusivamente de los goles de Quique.