Molinero muestra el camino
30/05/2015 - 20:50
Los alcarreños especularon con el 0-0 en el arranque, situación que aprovechó el filial almeriense para apretar desde el primer minuto, a raíz de un cabezazo peligroso de Puertas. La réplica tenía nombre y apellido: Abel Molinero. El recital ofensivo del madrileño, con varias acciones consecutivas antes de cumplir el primer cuarto de hora, se ponía en marcha.
Individualidades a un lado, los deportivistas seguían sesteando y el cuadro rojiblanco volvió a merodear el área de Kevin con dos ocasiones clarísimas para haber acongojado al Escartín. La primera un disparo cruzado de Dani Romero y la segunda, en una estrategia con Hicham ganando línea de fondo y José Ángel perdonando el 0-1 en boca de gol.
Tardó en espabilar el conjunto de Salvachúa pero lo hizo coincidiendo con la entrada en liza de Arroyo, Javi Pérez y Mato. Yendo de menos a más, comenzó a tomar el pulso del partido ganando presencia en el área rival sobre todo a base de balones colgados, segundas jugadas y estrategias.
Finalizado el efecto aspirina de los primeros compases, las condiciones cambiaron. Ya ninguno de los dos equipos se mostraba presionante ni asumía riesgos a la hora de recuperar el balón. Más bien se mantenían con las líneas bien juntas intentando evitar errores que facilitaran la labor al adversario.
De hecho parecía más un partido de ida que de vuelta.
Se llegaba al tramo final de los primeros 45 minutos con más centro del campo que otra cosa. La excepción que confirmaba la regla era alguna acción aislada de los visitantes Puertas e Iván Sánchez un libre directo suyo se marchó mirando de reojo la cruceta por el bando visitante y la jugada que a la postre decidió la eliminatoria.
El 10 marca las diferencias
Última jugada del primer tiempo; el Depor achuchando. Un balón suelto cae a Molinero en el balcón del área y el desenlace, el que todos imaginan: gol. Sin pensárselo dos veces, chutó a puerta y el balón se coló por donde más duele a los cancerberos, pegadita al poste y a media altura. Treinta segundos después, los veintidós protagonistas encaraban el túnel de vestuarios con gestos antagónicos. El titular de la crónica hasta ese instante era Molinero salva los muebles otra vez.
De cara al segundo tiempo, el guión era evidente para los morados: mantener al rival lejos de Kevin y asestar el golpe definitivo más pronto que tarde. Pero los planes se torcieron porque el Almería B jugaba con la extraña sensación de no tener nada que perder y poco que ganar puesto que no puede ascender.
Al igual que en la ida, los de Miguel Rivera encararon la contienda con tremenda dignidad y orgullo, a más de uno de sus jugadores le aguarda un futuro provechoso por cierto.
Así que llegó el empate al sincronizarse el talento de José Ángel, filtrando un balón a la espalda de Rangel, e Hicham, que superó a Kevin en el mano a mano. Este tanto no era ni circunstancial ni banal. Porque el Almería bien pudo haber marcado anteriormente y porque ponía la eliminatoria a un gol del abismo para el cuadro morado. Tampoco era casualidad puesto que el Depor ha encajado al menos un gol en sus últimos ocho partidos y desde luego, ese es un aspecto vital a corregir por Salvachúa de cara a la siguiente eliminatoria.
Tocó ceder la posesión y se instaló cierto pesimismo en la grada durante no pocos minutos.
Mal rato
El Guadalajara estaba ahora en manos del conjunto foráneo, como poco no se encontraba en su zona confortable. Y un equipo que quiere ascender a la Liga Adelante no se puede permitir ninguna concesión y menos en campo propio.
Por suerte al Almería B tampoco le llegaba el fuelle o el alma para apelar a la heroica y empezó a cometer errores imperdonables en la retaguardia. Además salió Borja Yebra y eso le dio al conjunto de Salvachúa mayor estabilidad. Con el Almería desactivado, el Depor olió la sangre y aumentó la exigencia física hasta dejar sin aliento a su rival. Provocó más indecisiones en la zaga visitante y solo la falta de acierto de Javi López, que mandó un disparo a bocajarro al lateral de la red, o del propio Molinero, que intento picar el cuero ante la salida de Ginfranco, evitó un segundo tanto de los locales.
Ni siquiera hubo sobresaltos en los últimos 10 minutos aunque sí prisa porque llegara el pitido final para quitarse un peso de encima. El Guadalajara ya está en semis, donde todo equipo querría estar pero más allá de la alegría y la satisfacción de haber conseguido el objetivo, debe rearmarse, reducir los goles encajados, no depender tanto de la inspiración de su estrella y pensar que el siguiente enemigo será mucho más fuerte. Dicho lo cual, show must go on.