Tres puntos en mano y ciento soñando
Arrancó desapacible el Pedro Escartín. El viento, desagradable, se unía al sueño (por no decir directamente resaca), de parte de la escasa afición que acudió a la cita. El escenario tampoco era el mejor ya que por primera vez en toda su historia en Segunda B, los morados partían desde el farolillo rojo de la tabla. Sin embargo, sólo 90 minutos después, todo cambio. Primero porque los de Manolo Cano había inaugurado su casillero de victorias al imponerse por la mínima al Mensajero. Segundo y no menos importante aunque de momento no tenga repercusión en forma de puntos, porque el estreno de Riki, el ex de Primera División, reavivó las ilusiones que había despertado su fichaje el último día de agosto. El ariete, apareció en el minuto 70, pero en los escasos 20 minutos que disputó se multiplicó el peligro morado. Cierto es que no marcó, ni permitió a los suyos marcar el gol de la tranquilidad, pero el aficionado empezó a frotarse las manos con posibles y futuras tardes de gloria.
No obstante, hasta que éstas lleguen, el deportivismo respiró merced a un golazo de Miguélez en el epílogo del primer acto. Un balón en la frontal sin aparente peligro que el veterano enganche convirtió en un mísil inalcanzable para Kilian, el cancerbero del Club Deportivo Mensajero.
Fue esa una acción aislada dentro de un primer acto marcado por el respeto. Los morados sentían la necesidad de empezar a sumar de tres en tres para abandonar la zona de descenso cuanto antes tras un arranque dubitativo en cuanto a resultados. Los isleños, recién ascendidos, tampoco sabían lo que es ganar en esta campaña. Situación que abocó a ambas escuadras a cubrir su zaga antes que desmelenarse en ataque. De vez en cuando, alguna internada de algún lateral, bien Moyano o Dani Gómez por los locales, bien Juanda por los visitantes, incrementaba las pulsaciones; pero poco más. Hasta que en el minuto 40, llegó el disparo de Miguélez.
Con ventaja, el Depor se sintió más cómodo tras la reanudación. Por ello, sin abrumar, suyas fueron las escasas acometidas ofensivas. Suyas, hasta que en el minuto 66 llegó el momento de Kevin. El cancerbero, de amarillo chillón en la mañana de este domingo, añadió otra foto a su colección con una palomita salvadora ante el remate de Omar.
Para entonces, Riki ya apuraba su calentamiento en la banda para cumplir lo prometido por Manolo Cano, quien había anunciado que el ariete gozaría de algunos minutos. Su entrada subrayó el peso de este jugador dentro del proyecto ya que, sin necesidad de haber tocado ni un balón, se llevó la segunda mayor ovación de la mañana, sólo por detrás del gol de Miguélez.
Y pudo ser la tercera más grande porque posiblemente la afición hubiera enloquecido de no ser porque Kilian evitó el 2-0 en la primera acción del punta morado, una combinación con Migueléz y un recorte que eliminó a su par. Apenas dos minutos más tarde, Riki volvió a probar fortuna con un centro chut. Y un minuto más tarde, Manzano, que también había entrado de refresco, buscó a su nuevo compañero tras un robo en primera línea. El festival de Riki se completó con una asistencia de tacón a Manzano que el canterano mandó arriba y con un libre directo que Kilian despejó de puños a cuatro minutos de la conclusión. Periodo de tiempo en el que el fantasma de un posible empate merodeó por el Escartín, pero más por lo ajustado del marcador que por el peligro real que generó el Mensajero.
Tras el pitido final, Riki fue saludando uno a uno a compañeros y rivales, se unió a sus compañeros para agradecer el apoyo de la afición y fue el primero en tomar el túnel de vestuarios, tras haber sido el último en sumarse a la contienda. No marcó, pero la hinchada confía en que lo haga repetidamente en el futuro y con ello, los puntos se acumulen. De momento, ya hay cuatro.