Un triunfo que puede valer una permanencia
El día en que Jota Hombrados cumplía su partido 650 en Asobal, fue también el día en el que se doctoró Carlos Barbero en la portería del Guadalajara. Y es que el joven guardameta fue el protagonista en el tramo final del partido ante el Villa de Aranda, con seis intervenciones. La última, casi sobre la bocina y ante el lanzamiento del goleador brasileño Nantes dejó el triunfo en el David Santamaría y vale para poner a los morados con pie y medio un año más en la Liga Asobal.
Ambos equipos llegaban a la cita muy necesitados de puntos y con la intención de alejarse cuanto antes de la zona de peligro por lo que el partido estaba marcado con letras rojas en la hoja de ruta de los dos entrenadores. Y eso se notó en la primera parte, donde la igualdad fue la tónica predominante, no solo en el marcador, sino en los aciertos y errores.
El luminoso reflejó durante los 60 minutos continuas alternancias. Así, al tanto de Bozalongo que abría el partido, el Villa de Aranda contestó rápidamente con los de Iker Antonio y Ortega. Después, una nueva ventaja morada (3-2) y de nuevo empate, con el gol de Juanlu. Los de Álvaro Senovilla se encontraban cómodos en ataque, hasta que despertó Jota Hombrados. La sola presencia del veterano portero sirvió para que Juanlu errase un lanzamiento de siete metros, una acción que dio alas a los alcarreños y en un abrir y cerrar de ojos se pusieron tres arriba (la máxima renta del partido que se repitió en varias ocasiones). Pero los arandinos llegaron a los últimos diez minutos con empate (8-8), tras un parcial de 1-4.
La renta de tres goles cerró la primera parte con un gol de Bozalongo, sobre la bocina que situaba el 15-12.
En la segunda parte la igualdad continuó siendo la actriz principal en una escena en la que no obstante, el protagonismo lo quisieron tomar los goleadores de la Asobal. Nantes y Márquez se retaron y si el brasileño mantenía en el partido a su equipo, el madrileño lo hacía para los morados.
Y es que Nantes había encontrado el hueco en la puerta de un Hombrados que dejaba su puesto al joven Carlos Barbero.
Los morados no perdían la delantera en el marcador, aunque su ataque no estaba siendo demasiado fluido. Así llegaron los nervios locales, la precipitación y los errores en el pase. A pesar de que César Montes llamó al orden a los suyos, el Villa de Aranda estaba crecido y supo pescar en ese río de nervios de los locales. Nantes situaba el 25-25 a falta de cinco minutos.
Cada acción valía su peso en oro, valía una plaza en Asobal, como el paradón de Amerigo a Lucas para evitar un contraataque o el tanto en la acción siguiente de Ortega (26-26).
Un minuto separaba al partido de su finalización. Chema Márquez sacó el coraje para situar el 27-26. A falta de 24 segundos, Senovilla, con su tiempo muerto preparó la última jugada, una acción que podía valer el empate. Nantes tomó la responsabilidad, se elevó, armó su brazo, pero su lanzamiento se encontró con el gran Carlos Barbero.