Anatomía del marxismo

04/11/2016 - 17:59 Jesús Fernández

El marxismo sobrevive, en política, como ideología y como metodología.

El marxismo sobrevive, en política, como ideología y como metodología. El comunismo es una dictadura y un fraude a  la democracia. Como ideología es un pensamiento débil e inconsistente. No tiene fundamento  ni principios racionales. Se basa en el conflicto o lucha de clases y en la confrontación de sentimientos de odio y de rencor. Como método es un totalitarismo y radicalismo. Dos siglos contemplan al marxismo  leninismo entre nosotros. Todo comenzó en 1844 cuando un joven de familia judía y burguesa llamado  Carlos Marx, despechado porque no le admitían en ninguna universidad alemana, se entregó al discurso revolucionario y de masas obreras. Le favoreció  el renacimiento industrial de Europa. El se encargaba de la infraestructura conceptual y Engels era la correa de transmisión con los sindicatos. Así peregrinó por París, Bruselas y Londres donde diseñó su programa y obra.
    El marxismo doctrinal y el marxismo  aplicado como comunismo han sufrido también su evolución. Veamos las etapas consumidas hasta nuestros días que se  pueden designar así: dictadura soviética o golpes sangrientos, etapa guerrillera y revolución armada, ausencia  del Estado y etno-comunismo o narcotráficos, coexistencia y guerra fría o eurocomunismo, alianza con nacionalismos y regionalismos, populismos de ayer y de hoy. Sucesivas dictaduras del proletariado.
    Partiendo del campo de pruebas en la Unión Soviética, el marxismo inspiró los golpes de Estado y el asalto al poder en ese territorio con las matanzas y genocidios correspondientes, totalitarismos arrasadores y sangrientos, partido único y desaparición o exterminio de los disidentes, ocupación militar de territorios y ayuda a los golpes de Estado de países vecinos. El comunismo nunca ha llegado al poder mediante elecciones sino mediante acciones  violentas. Un verdadero asalto a lo Jericó.
    Le sigue una etapa de refugio en las guerrillas latinoamericanas o grupos de jóvenes armados y luchadores entrenados en la técnica del sabotaje hasta asaltar el poder para constituirse en dictaduras puras y duras. Esta forma inicial de lucha y matanzas se financia por la creación de grupos de narcotráfico y de armas en los Estados fallidos. En Europa el comunismo ha querido coexistir con el ambiente democrático pero siempre en la oposición al poder y como antisistema. Finalmente, abandonada la lucha armada, la última expresión del marxismo en nuestros días  es su  utilización de los nacionalismos regionales o identidades territoriales y adscripción al populismo gratuito.