Antaños inviernos y aquellas nevadas
De chavales, nevadas como la que nos ha sorprendido en las tierras de Sigüenza no eran novedad.
Después de mucho tiempo parece que ha llegado un invierno de los de verdad, vamos de los de antes: Frío, nieve y hielo en invierno, primavera más o menos lluviosa, verano más o menos caluroso y esperábamos al otoño con con el veranillo del membrillo y las primeras nieves para todos los Santos.
Yo no me considero persona todavía mayor o anciana, pues acabo de cumplir los sesenta y tres años, pero soy de Sigüenza de toda la vida y creo que sé de que estoy hablando.
De chavales, nevadas como la que nos ha sorprendido en las tierras de Sigüenza no eran novedad: Hacíamos casas y muñecos de nieve que duraban casi hasta mayo porque caía helada sobre helada y nevada tras nevada de hasta la rodilla. De los tejados colgaban carámbanos de hielo que los chavales aprovechábamos para cortarlos y utilizarlos como chupones de hielo. Las consecuencias eran anginas y fiebre de una semana en cama.
Los tiempos han cambiado, quizás la contaminación, el cambio etc., el caso es que ya las estaciones del año ya casi no las reconocemos: Cuando tiene que llover o nevar o hacer frío casi hace una temperatura de 18º o 20º y cuando tenía que hacer calor, hay inundaciones, gotas frías, desbordamiento de ríos etc.
Todo esto unido con la más inquietante y preocupante tercera ola de COVID-19, nos está llevando al límite de la resistencia humana y personal, no solo físicamente sino también psíquicamente. Ya no sabemos lo que va a ocurrir dentro de cinco días o ni siquiera de un sólo día porque estos acontecimientos se han hecho impredecibles.
Las consecuencias son y van a ser devastadoras durante mucho tiempo, sobre todo para esos grupos de generaciones de mujeres y de hombres que vienen detrás de nosotros con ganas de trabajar y hacer bien las cosas, pero no sabemos si tendrán su oportunidad. ¡Ojalá me equivoque por el bien de todos ellos y en definitiva de la humanidad!.
Otra cosa que llama la atención, es el desbordamiento que ha habido estos días para intentar limpiar de nieve las ciudades y los pueblos de nuestra provincia, echando mano de la U.M.E al ejército y a Instituciones como la Junta de Comunidades o Diputación Provincial.
Nos hemos vuelto un poco sivaritas, cómodos y exigentes, estos problemas hace cuarenta años yo no los he conocido, cuando caía una nevada de casi un metro en Sigüenza por ejemplo, la gente con unas palas apartaba la nieve y hacia camino desde sus casas hasta la carretera más próxima y con la poca maquinaria que había en poco tiempo se despejaban las calles principales y seguían funcionando los comercios, la hostelería, za pequeñas empresas familiares que había e incluso los colegios.
Ahora he observado con casi treinta y un años viviendo en Guadalajara capital, que no he conocido una nevada como ésta, pero me ha sorprendido la falta de agilidad y de movilidad por parte de los responsables más directos para resolver una situación como ésta. Creo que en la capital de la provincia se ha tardado en reaccionar: ¡Todos a una como en Fuentevejuna, eso es lo que ha faltado!.
No será la primera ni la última vez que nieve y quizás con más fuerza. Pensemos que la naturaleza es caprichosa e imprevisible, y que existe un invierno y que no van a caer cuatro heladas y va a hacer un poco de frío, también pueden llegar “Antaños inviernos con aquellas nevadas”.