El modelo de fiestas populares
Debemos defender nuestra cultura, creencias, valores y modos de vida, evolucionando, por supuesto, con los tiempos.
A mediados del mes de agosto vivimos el punto álgido de las fiestas patronales de los pueblos de nuestra provincia, y de media España, muchos de ellos con San Roque o alguna advocación mariana como referente. Son días de encierros taurinos por calles y campos, misas y procesiones, bailes hasta la madrugada, alegría en las sedes peñistas que llenan de colorido cada rincón y de distintas actividades lúdicas. Los programas, año a año, son prácticamente los mismos porque es lo que la gente demanda. Son las fiestas populares que, sin embargo, desde algunos sectores y con presencia excesiva en variados medios de comunicación y redes sociales, son el blanco de críticas y ataques que ven en la tradición a una sociedad atrasada, anclada en el ayer, maltratadora de animales y protagonista de desfases que no se observan en ningún otro lugar de Europa, además de permisora de conductas como el consumo descontrolado de alcohol entre los jóvenes, principalmente, que lleva incluso a comas etílicos, sin olvidar los actos incívicos. No compartimos esta campaña malintencionada que machaconamente llevan a cabo, creemos que unos pocos, contra nuestras raíces, esencias o costumbres por un mal entendido progresismo y deseo de romper con lo establecido, aunque se haya repetido generación tras generación. Debemos defender nuestra cultura, creencias, valores y modos de vida, evolucionando, por supuesto, con los tiempos. Por ello hay reglamentos taurinos y normativas que regulan cada vez con mayor precisión y exigencias la participación en festejos, campañas que conciencian sobre las agresiones de todo tipo sobre las mujeres en las fiestas, incluso en las letras de las canciones, o que advierten sobre los peligros del alcohol y las drogas o los riesgos del coche. Es momento para la diversión con respeto, para la tolerancia con los ruidos y las molestias por unos días, para convivir sin que los excesos lleven a esos extremos rechazables, pero las fiestas siempre serán para pasarlo bien y eso, con cabeza, les deseamos a nuestros lectores. Estemos orgullosos de lo nuestro.