El suicidio, lacra silenciada
Carmen,que ha vivido la tragedia en casa, hace ver que informar ayuda a prevenir, siempre que se haga con la formación necesaria.
Uno de los grandes problemas de salud pública que afecta a nuestro país- a todos- es el suicidio, segunda causa de muerte de la población y primera entre los jóvenes. Datos escalofriantes. Personas que deciden quitarse la vida por una depresión, algún tipo de trastorno psicológico o algún problema grave ante el cual no ven solución. La salud mental es todavía, en gran medida, estigmatizada, tiende a esconderse, se considera una tacha cuando no es más que otra patología que requiere de atención, cuidados, profesionales e información. El caso de la actriz Verónica Forqué ha tocado sensibilidades, servido para abordar el asunto como una realidad que está ahí y se puede evitar, o minorar, si se afronta con recursos- uno de los grandes déficit de la sanidad pública-, decisión y hablando del tema, usando la dolorosa palabra convertida en tabú de manera correcta, como cuenta la alcarreña Carmen Sánchez, a la que hoy entrevistamos, en su libro ‘Hablamos de suicidio’. Carmen,que ha vivido la tragedia en casa, hace ver que informar ayuda a prevenir, siempre que se haga con la formación necesaria, haciendo ver como algo normal pedir ayuda si te sientes mal y comprender que existen alternativas, medios de apoyo, que quien sufre no está solo, enseñando también a las familias a detectar síntomas. Y ello se consigue, como toda educación, desde los colegios, desde quienes tienen voz como los medios de comunicación que hace tiempo dejamos de informar sobre esta causa de muerte, en parte, por evitar el efecto llamada, lo que es un error, pero también por una mal entendida sensibilidad hacia los seres queridos. Hará falta replantear el tratamiento mediático de la enfermedad mental y de los casos del suicidio con el objetivo de que quien padece una crisis emocional se dé cuenta de que existen seres queridos, asociaciones, profesionales y una sociedad dispuesta a ayudarle, de que su situación no es una anormalidad que ocultar, que siempre hay caminos por explorar. Cada suicidio es un fracaso social, una lacra silenciada contra la que debemos luchar con determinación y seriedad.