En busca de la primavera

28/03/2017 - 12:41 Luis Monje Ciruelo

Pero entonces me asalta el escrúpulo de que los poetas se molesten si es un periodista, hombre de prosas, quien se adelante a cantar la Primavera.

alí al campo el pasado sábado en busca de la Primavera. Me dirigí hacia el Ocejón y el Alto Rey. Antes de llegar a Cogolludo, los almendros y ciruelos en flor y la turgencia de las yemas de los chopos que  presienten el torrente de la savia renacida después del letargo invernal, la están anunciado. El hombre de la ciudad quizá no lo note todavía porque no están a la altura del coche, y cuando va a pie las urgencias ciudadanas no le permiten fijarse en los árboles. La primavera nos trae, con las debidas reservas, el buen tiempo. Pero entonces me asalta el escrúpulo de que los poetas se molesten si es un periodista, hombre de prosas, quien se adelante a cantar la Primavera, cuando son ellos los que tradicionalmente lo han venido haciendo. Pero, al parecer, los poetas modernos ni la han barruntado, encerrados como están en sus crípticos versos y en sus anacolutos. Al parecer se avergüenzan de la sensibilidad que antes les llevaba a cantar el optimismo del hombre ante el despertar de la Naturaleza, y seguramente se sonreirán de mi torpe intento de exaltarla en prosa. Pues para que se rían del todo, aquí algunas décimas o espinelas de un poema que escribí en mi juventud. “Dicen que la Primavera/ es esa flor que ha nacido/ Es el calor de ese nido/ que ha visto la luz primera./ Es esa helada postrera/ que aún enfría la mañana/ Es la riente fontana que se hace más cantarina/ y es esa audaz golondrina/ que ha anidado en tu ventana/ Es, dicen, la tibia brisa/que peina alegres trigales/ y el sol que luce a raudales/ su clara y limpia sonrisa./Y es otra linda premisa/ de augurio primaveral/ la flor que has puesto en mi ojal,/ la que has prendido en tu pelo/ y el juvenil y amplio vuelo/ de tu falda de percal./Son los colores más vivos/ y más honda la alegría/más franca la simpatía/ y más llanos los altivos/ / Y hasta los viejos olivos /de rugosa ancianidad/ sienten la alegre verdad/ bajo su ruda corteza/ al ver la Naturaleza/ que palpita de ansiedad. /La primavera es la vida/ que surge alegre y triunfante/ es la sangre rebosante/que se siente enardecida./ Yo le doy la bienvenida/ con mi verso más cordial/ Y es que el dichoso natal/ que celebramos ahora/ en nuestros pechos aflora/con optimismo jovial/  Quiero llenar mis pulmones/ con aire oloroso y tibio/ quiero gozar del alivio / de olvidar preocupaciones/ quiero vivir de ilusiones/ Y, pues la muerte no espera,/es mi petición postrera:/ ya que he de morir un día/ que no llegue mi agonía/ en día de Primavera”.