Implicación contra la violencia de género
Estos días sirven para recordar que sigue habiendo asesinatos, agresiones, humillaciones, vejaciones, muchos dentro de los propios hogares.
La pandemia nos ha impedido participar en las multitudinarias manifestaciones de repulsa y condena al maltrato contra las mujeres que cada año llenan las calles de personas indignadas por una lacra que no cesa pese a los distintos frentes de actuación de las administraciones, la eficacia de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad con unidades especializadas, las herramientas legales que han ido marcando hitos, la creación de juzgados específicos- aunque hacen falta más- o la creciente concienciación ciudadana. Un simbólico y emotivo minuto de silencio ha servido para recordar a las víctimas de estos crímenes y mostrar la solidaridad, empatía y cercanía de una sociedad sensible que apuesta, mayoritariamente, por la igualdad, el respeto y la convivencia. Muchas son las iniciativas que a lo largo de esta semana se han sucedido en rechazo al maltrato. Lazos morados, carteles con mensajes, comunicados, concursos, mociones institucionales o comparecencias para hacer balances estadísticos de denuncias, actuaciones judiciales o asistenciales muestran la capacidad de acción y respuesta de poderes públicos y sociedad en su conjunto. Las cifras, los datos, demuestran avances en la buena dirección pero también que todavía queda un largo camino por andar para la erradicación de la violencia contra las mujeres y sus hijos. Es por tanto este atípico, como todo en nuestras vidas, 25 de noviembre, fecha para recordar que sigue habiendo asesinatos, agresiones, humillaciones, vejaciones, muchos dentro de los propios hogares, que se deben seguir incrementando los instrumentos o herramientas para que el Estado de Derecho consiga doblegar la pandemia del maltrato, que es necesaria la implicación diaria de los ciudadanos denunciando los casos que conozcan o sospechen como posible violencia de género y que toda muestra de cariño y apoyo a las víctimas es imprescindible para su recuperación y reinserción a la vida normal. Satisfacción por el grado de madurez y responsabilidad que hemos alcanzado como sociedad y los logros conseguidos en igualdad, sí, por supuesto, pero también inconformismo por no haber derrotado todavía al enemigo común, que merece desprecio y aislamiento.