La feria de Guadalajara
Las dos Guadalajaras comparten un antepasado común, una lánguida e intermitente relación en la distancia.
Es posible que estos días atrás hayan oído o leído fugazmente el nombre de Guadalajara en algún informativo nacional, en la televisión o en la radio, quizá en alguna de las principales cabeceras en papel o digital. Paul Auster saca brillo a los huesos de Poe en Guadalajara. Emmanuel Carrère premiado en Guadalajara. La juventud de Guadalajara festeja a Elena Poniatowska. Sergio Ramírez presentará dos obras en Guadalajara. Homenaje a Juan Goytisolo en Guadalajara. Fernando Savater se despide de sus lectores en Guadalajara. Todos estos han sido titulares reales en la última semana, en la que el nombre de nuestra ciudad ha sonado a todas horas, llenando páginas y programas de cultura con nombres de escritores de todo el mundo, con títulos de novelas, de ensayos, de poesía. Lamentablemente, no se trata del programa de otoño de la Fundación Siglo Futuro, entre cuyos invitados nunca faltan protagonistas de primer nivel y se cuenta alguno de los señalados, ni de ningún otro acto realizado en la capital alcarreña. Se trata de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, Jalisco.
La FIL, organizada por la Universidad de Guadalajara, echó a andar en 1987, hace 30 años. Sus antecedentes fueron una feria municipal del libro celebrada desde 1969 y un taller de literatura iniciado en 1975. Hoy en día es la mayor feria del libro del mundo, junto a la de Fráncfort, y el mayor festival cultural de América Latina. En 2016, en torno a la palabra se reunieron más de 2.000 editoriales de 47 países, más de 20.000 profesionales del libro, más de 3.000 periodistas acreditados, más de 800.000 visitantes. Unas cifras mareantes. Una actividad comercial inmensa. Un impresionante polo de atracción turístico. Y, bajo todo ello, un movimiento literario y cultural que ha llevado y lleva cada año el nombre de Guadalajara –la otra Guadalajara– hasta el último confín del planeta.
Las dos Guadalajaras comparten un antepasado común, una lánguida e intermitente relación en la distancia, un desconocimiento recíproco y, a la vez, una mutua simpatía. Pero por encima de todo comparten su querencia por el libro, por la narración oral y escrita. Si al otro lado del Atlántico tienen la mayor fiesta de la literatura en castellano, aquí rendimos homenaje a la palabra a través de una tradición afianzada gracias al Tenorio, al festival Arriversos, a las rutas literarias del Cid, de El río que nos lleva, del Viaje a la Alcarria y a tantos otros eventos surgidos en los últimos años, pero sobre todo gracias al Maratón de los Cuentos, que nos convierte por tres días en centro de atención nacional y mundial, en la ciudad de los cuentos. Hermanadas en la palabra, las dos ciudades conforman día a día una identidad literaria y cultural. Como bien dice y canta Chema Abascal, Guadalajara no sólo está en Jalisco.