Los cinco del Buero

11/02/2017 - 13:41 Pedro Villaverde Embid

Nos parece desproporcionado a lo que sucedió que estas personas se enfrenten a petición de pena de prisión y que los hechos sean juzgados con la categoría de delito como tampoco entenderíamos una libre absolución.

Hoy sábado por las calles de Guadalajara hay una manifestación en apoyo a los docentes y al activista del 15M que el 14 de febrero se enfrentarán a un juicio penal por la protesta que impidió el pregón de ferias del 2011 que hubiese corrido a cargo de Almudena de Arteaga. Nos parece desproporcionado a lo que sucedió que estas personas se enfrenten a petición de pena de prisión y que los hechos sean juzgados con la categoría de delito como tampoco entenderíamos una libre absolución que no deje al menos una sanción por una actuación que sobrepasó los límites de la libertad de expresión y manifestación al vulnerar el derecho a hablar de una persona que había venido a Guadalajara horas después de la muerte de su suegro para cumplir con un compromiso previamente adquirido, el de dar un pregón de fiestas, no un mitin político. Esta mujer que llegó a pedir por favor que cesarán los insultos, la violencia verbal y la tensión que se estaba viviendo merecía un respeto que no tuvo como tampoco los asistentes a este acto lúdico que terminó siendo una vergüenza colectiva. Los recortes sufridos en el mundo de la enseñanza desde el Gobierno regional, entonces dirigido por la hoy ministra de Defensa, fueron seguramente duros e injustos pese a la situación económica. Los profesores se convirtieron en víctimas  y tenían motivos para la indignación. Fue época de mareas, camisetas, de estar a las puertas de cualquier acto público haciéndose oír. Hasta ahí es entendible e incluso sano en una democracia que implica rebelarse contra lo que se considera injusto. En este caso el primer error fue llevar la protesta a un acto que no era político. No era el momento. El segundo el no saber parar a tiempo y cortada la intervención del alcalde (ni siquiera deberían haber entrado en el Buero), haberse marchado y dejado a la conferenciante, ajena al conflicto, así como al público, que los habría de todas las opiniones, seguir adelante con el primer acto de las fiestas. La tercera equivocación no haber pedido disculpas a la pregonera y al público y reconocer que se habían excedido. Esperemos que al final la Justicia castigue lo sucedido en su justo término que no es, repetimos, el ámbito penal, pues no hay ni delito ni delincuentes, pero tampoco mártires.