Melchor, Gaspar y Baltasar recorrieron las calles de la capital en la noche más mágica del año
Un camello, un dromedario y un elefante trajeron a los Magos de Oriente en una cabalgata precedida por duendes, hadas, carboneros, juguetes y ocas.
GALERÍA FOTOGRÁFICA: IVÁN SERRANO
La mágica Cabalgata recorrió este domingo las principales calles de la capital. Puntuales como esperaban las miles de familias que se apostaron por todo el recorrido, la comitiva salió desde el punto de partida: la calle Madrid. Muchos fueron los que eligieron este lugar para disfrutar en primer lugar de la visita de los Magos de Oriente a la ciudad. Pero Melchor, Gaspar y Baltasar no iban solos. Unas 250 personas se sumaron a las distintas comparsas que acompañaban las carrozas de sus Majestades de Oriente, que habían hecho un largo camino para compartir la noche más mágica del año con los niños de Guadalajara.
En primer lugar, no podían faltar los trabajadores de Correos, que iban preparados para cargar con todas las cartas que los niños de Guadalajara han hecho llegar a Sus Majestades en las últimas semanas. No importaba que las misivas hubieran sido escritas a última hora. Ellos se encargaron de que todos los deseos llegasen hasta los oídos de Melchor, Gaspar y Baltasar, empeñados en cumplir con cada uno de los vecinos de la capital.
Tras estos funcionarios de la empresa postal, se cambió radicalmente de tercio con la comparsa más mágica de todas: la formada por unicornios, hadas zancudas y estrellas. Si bien es cierto que su vinculación con la Navidad no es evidente, hicieron las delicias de grandes y pequeños, ya que ayudaron a transportarlos a un mundo en el que la magia permite soñar con casi cualquier cosa. Con una música más propia de Juego de Tronos, animaron el ambiente con sus luces de colores y alas iluminadas, , así como con los bailes de unas jóvenes gimnastas que movían sus cintas al ritmo de las melodías.
Tras ellas, cuatro gigantes hinchables, sin cara y con largos brazos, saludaban a los más pequeños que habían tenido la suerte de colocarse en la primera fila. Bailaban y se movían de forma graciosa y fueron muy bien recibidos por el público.
Los siguientes en aparecer fueron los duendes y, después, la carroza de juguetes, en la que aparecían desde la marioneta de Pinocho, Juegos Reunidos, el cubo de Rubik o pelotas. A lomos de estas cuatro ruedas se encontraban varios soldaditos de plomo, encargados de repartir los correspondientes caramelos.
Otra de las sorpresas fue la gran bola de nieve, a imagen y semejanza de esas que encontramos en cualquier tienda de recuerdos que se precie. Dentro de esta esfera, un poblado nevado con personajes animados, igual que los que seguían esta carroza: payasos y otros moradores del circo vintage. Acrobacias, malabares, aros voladores y monociclos convirtieron las calles de Guadalajara en un circo digno de Dumbo. Los carboneros y un nutrido grupo de ocas algo desorientadas –tan pronto se daban la vuelta e iban en dirección contraria– pusieron fin al desfile previo a sus Majestades de Oriente, la verdadera Cabalgata navideña que todos esperaban con ansia.
El primero en hacer su aparición fue Melchor, elegantemente vestido de azul, iba eufórico a lomos de su camello, pues no dejaba de saludar a todos los que se apostaban a ambos lados de las calles. De hecho, no dudó en echar mano de su bolso y repartir él mismo caramelos, algo que, evidentemente, también hacían los muchos pajes que lo rodeaban. Éstos iban ataviados con pieles de imitación tigre, dando a la comitiva un toque de domadores.
Para los pajes de Gaspar se eligió un ambiente egipcio. A lomos de su dromedario y algo más comedido que Melchor, derrochó saber estar ante los niños que reclamaban su atención. Se movía con ligereza y saludaba con cuidado, pero sin olvidar sonreir a cada paso. Gaspar iba ataviado con una gran capa verde y un original sombrero
Y el plato fuerte se dejó para el final, dado que Baltasar apareció en un elefante que no perdió el paso en ningún momento. Fue sin duda lo más y lo menos esperado. Explicación: pues que todos querían que llegara ese momento, sin darse cuenta de que con él se ponían fin a la cabalgata de Reyes de 2020. Aunque había un postre guardado, el del camión de bomberos de Guadalajara, iluminado con luces navideñas para la ocasión. Algunos bomberos caminaban al lado de su camión para regalar cascos a los más pequeños, mientras el que conducía lanzaba caramelos para endulzar la tarde.