Respeto y adhesión a la Constitución

La elaboración del texto que estableció el marco de convivencia entre los españoles en un momento de transición, aunando las distintas sensibilidades, es el mayor de los méritos de la sociedad en muchas décadas, tanto de la clase política que a finales de los años setenta supieron entenderse para un cambio de  sistema, organización territorial y a todos los niveles, como de los ciudadanos que votaron la Carta Magna, el conjunto de valores y principios que desde entonces han permitido a nuestro país avanzar en derechos, libertades y bienestar social y económico. Aquella generación merece nuestro agradecimiento y reconocimiento por la elaboración de un documento que con pequeñas matizaciones ha dado respuesta a situaciones como un golpe de Estado, la superación del terrorismo etarra, la alternancia de gobiernos, el desarrollo de mociones de censura, la incorporación a la Unión Europea, la aplicación del artículo 155 ante la sedición de una comunidad autónoma, la declaración del estado de alarma por una huelga en el sector aéreo y en varias ocasiones por una pandemia mundial, entre otras situaciones, demostrando su utilidad y vigencia, con el correspondiente desarrollo normativo en leyes y reales decretos.

Sin embargo, más de cinco años sin renovación del Consejo General del Poder Judicial por imposibilidad de acuerdo entre los dos grandes partidos políticos o los esfuerzos por hacer girar su contenido o al menos su espíritu con objetivos partidistas, aunque siempre quede la salvaguarda del Tribunal Constitucional que vela por su acatamiento, evidencian la falta de altura de la generación política actual muy alejada de la fundacional que puso los mimbres que nos han hecho llegar hasta nuestros días.

Cabe pedir en este aniversario reflexión, consenso en los grandes temas, mayor cuidado de las instituciones, velar por una real separación de poderes, respeto a la Constitución  y orgullo, pues es el origen y garantía de nuestra democracia.