Sobre la Academia de Infantería

16/06/2017 - 17:42 Luis Monje Ciruelo

Con motivo del Día de las Fuerzas Armadas he visto que apenas se ha destacado que el Colegio de las Adoratrices fue sede de la Academia de Transformación de Infantería en los años cuarenta.

Con motivo del Día del Ejército celebrado brillantemente en nuestra capital, y del que nuestro periódico ha informado con la extensión que merecía, he visto que apenas se ha destacado que el Colegio de las Adoratrices fue sede de la Academia de Transformación de Infantería en los años cuarenta, y quizá por ese  antecedente castrense, fue elegido su bello recinto para la recepción de despedida, (¿un oxímoron?) del Día del Ejército en Guadalajara. El Colegio de las Adoratrices, una obra más que dejó en nuestra ciudad la reconocida munificencia de la condesa de la Vega del Pozo, junto al Panteón,  fue durante casi diez años sede de la Academia de Transformación de Infantería, de la que era director el coronel Regalado.  De  ella salieron numerosas  promociones de oficiales de Infantería que ingresaron como provisionales, en su mayoría ya  con ascensos por méritos de guerra y salieron  Oficiales Profesionales. Entre ellos, Ángel  Antonio Mingote, años después prestigioso colaborador de ABC como viñetista y dibujante que salió con  las tres estrellas de seis puntas de capitán profesional en la bocamanga. Salieron reconvertidos en Oficiales Profesionales. Entre aquellos veteranos alumnos predominaban los Alféreces Provisionales, ya con ascensos por méritos de guerra, que merecieron por su heroísmo el dicho popular de “Alférez Provisional, cadáver efectivo” porque un elevadísimo porcentaje de ellos supieron morir  al frente de su Sección al ser los que encabezaban el asalto a las trincheras enemigas. Recuerdo bien cómo lo cadetes se integraron en la ciudad y la satisfacción y hasta el orgullo con que los alcarreños les acogimos. Uno de esos cadetes fue Mingote, que  salió de la Academia de Guadalajara luciendo en la bocamanga y la gorra las tres estrellas de seis puntas de Capitán de Infantería.
             Luego la Academia volvió a Toledo, y la de Ingenieros, que se incendió en febrero de 1924, solicitada también por Guadalajara, fue llevada a Burgos.  Nuestra capital se quedó rumiando su tradición castrense de dos siglos,  que ha vuelto a reverdecerse ahora con la satisfacción de renovar su convivencia con el Ejército con motivo de la ceremonia militar que presidieron los Reyes.