El BM Guadalajara rompe la maldición
El BM Guadalajara ganó al Cuenca en casa 20 años después.El equipo local tardó en anotar, antes Frade habían adelantado a los conquenses en el marcador, pero Moyano ajustó la mirilla de su visor para llevar el 2-1 al marcador. Y es que, Moyano fue el acicate del resto del equipo, que, tras el acierto de su compañero, comenzaron a sumar buenas acciones. Empezando por Barbero en la portería, que tenía la difícil tarea de sustituir a Bombom, y seguido por Iker Antonio y Padilla. El 4-1 obligó a Lidio Jiménez a pedir el primer tiempo muerto del partido.
El tirón de orejas sirvió para que, apenas diez minutos después, los visitantes ajustaran el marcador 6-5. Renaud abrió el camino y Welsau, con dos tantos, volvieron a meter al Ciudad Encantada en el choque. El derbi volvía a igualarse, aunque solo durante un par de minutos. Lo que tardó Peciña en irse al banquillo excluído. Sin embargo, la superioridad apenas la aprovechó el equipo de Jiménez que solo pudo convertir el siete metros generado de la exclusión. Y es que, los morados estaban fuertes en defensa ayudados por un imperial Barbero. Aunque si hay que hablar de porteros, tampoco hay que olvidarse de Jorge Oliva que, tras la superioridad, era el encargado de mantener a su equipo en el partido. Y es que, sus paradas impidieron al BM Guadalajara marcharse más allá del 9-6.
El otro que también estaba dando alas al cuadro visitante era Peciña, empeñado en pasar otros dos minutos sentado en el banco. Aunque en esta ocasión poco le duró la superioridad al Ciudad Encantada, Frade era excluído poco después. Eso sí, de esta doble exclusión serían los conquenses los que sacarían provecho. No en vano reducirían la distancia en el marcador a solo un gol (10-9) y Balaguer estaba teniendo mucha culpa de que eso sucediese. Y es que, el lateral derecho anotó tres goles seguidos para igualar el derbi en el minuto 26 (11-11). Su triplete fue la base para que la primera parte acabara como empezó, con los visitantes arriba en el marcador, 12-13.
La segunda mitad empezó con reparto de goles y Oliva deteniendo su segundo siete metros de la tarde. El primero, ante Chiuffa, fue el prolegómeno del que detendría a Parra, y no sería el último. Poco después sería Padilla el que se toparía con la destreza del portero desde la línea de castigo. Ni siquiera en las contras, a Chiuffa, ni en las jugadas estáticas, a Moyano, dejaba que los locales empataran el duelo. Y es que Jorge Oliva se estaba convirtiendo en el gran sustentador de los suyos, dada su sequía en la faceta ofensiva, lo que no impidió que el Guadalajara empatara el choque después de cuatro intentos (14-14). El mérito del portero solo era comparable al demérito de Chiuffa, desacertadísimo en jugadas claves, tanto como para que Edu Reig ocupara su lugar en el extremo derecho. Precisamente fue el catalán el que empató el derbi a 15 y, precisamente, desde los siete metros.
Por ese entonces, Pozzer y Bozalongo ya habían engrosado las listas moradas de exclusiones. Superioridades que nunca fueron capaces de aprovechar los conquenses. Lo que sí supo aprovechar Víctor Frade es la juventud de Peciña para provocarle y sacar su expulsión. El pivote visitante pasaría dos minutos en el banco, pero el local nunca regresaría a la cancha. Lejos de las decisiones arbitrales, Padilla había tomado el mando en las huestes moradas. El cordobés acertaría en tres ocasiones seguidas para adelantar al Guadalajara 18-16 en el luminoso. La respuesta, no podía ser de otro no fuera Balaguer (18-17). Sin embargo, Padilla parecía estar en estado de gracia. Otro gol del central, uno más de Pozzer y las paradas de Barbero obligaron a Jiménez a pedir otro tiempo muerto. No en vano, el Guadalajara se marchaba, 20-17. Luego Reig, Bozalongo y Moyano se unirían a la fiesta para dejar el marcador en el definitivo 26-20.