Villa y Torres, una sociedad letal que lleva a España a cuartos

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: COLPISA
Fútbol- Eurocopa 2008
Hasta el minuto 92, David Villa fue probablemente uno de los jugadores más desacertados de España. Los pases no le salían, le costaba irse de su par y tenía el punto de mira desviado. Se dedicaba a presionar la salida del balón y a protestar al árbitro. Fuegos artificiales. Fernando Torres, por su parte, saltó al estadio Nuevo Tivoli con hambre de gol después de su ‘desencuentro’ con Luis Aragonés en el choque ante Rusia. La victoria (2-1), tantos de estos dos hombres y la posterior victoria de Rusia hacen que España sea ya primera de grupo.
A Torres no le gustó que Aragonés le cambiara y, contra Suecia, quería estrenar su casillero de matador. Se movió, peleó, defendió y marcó. Aspirina para sedar el dolor de cabeza. Mientras, ‘el guaje’ se diluía entre la maraña amarilla. Hasta que llegó la explosión, el zarpazo, el tanto de la victoria en el descuento. El relámpago de un delantero que jamás perdió la fe.

Fernando Torres y David Villa forman una sociedad letal que habla el lenguaje del gol. El delantero del Liverpool se estrenó ayer en el Eurocopa y el valencianista añadió otra muesca a sus botas para un total de cuatro. Entre los dos han anotado cinco de los seis tantos de la ‘roja’ en lo que va de torneo. Dinamita pura al servicio de España. Salvo hecatombe mayúscula, el combinado nacional acabará primero y estará en los cuartos de final para cruzarse con el segundo del ‘grupo de la muerte’. Por aclamación popular y sentido común, que chocan con los principios del juego limpio, Holanda debería ‘facilitar’ el pase a Rumanía para cargarse a Italia y Francia y, de paso, facilitar el trabajo a los hombres de Aragonés.

En cuanto a lo ofrecido por España hasta ahora, el trillado ‘tiqui-taca’ al margen, que suele corroerse en momentos de necesidad, Torres y Villa se han erigido en dos faros que alumbran la senda de la selección cuando se aviene el ‘apagón’. Contra Rusia, un encuentro cómodo, el asturiano abrió la lata eslava que cerró Cesc, y este sábado el punta del Liverpool allanó el camino hacia una victoria vital, que selló ‘in extremis’ su pareja de baile. Además, el gol del ‘Guaje’ demostró que el fútbol es un crisol de alternativas. No llegó como consecuencia del toque, elaboración en la sala de máquinas, sino gracias a un balón largo, una apuesta válida de la que reniegan los puristas balompédicos.

La estocada de Torres

Suecia se llevó el primer golpe nada más comenzar, en el minuto 15. Silva centró y Torres, instinto puro, hijo de la velocidad, se adelantó a su defensor, metió el pie y mandó el esférico a la red. Una acción de oportunismo genuino que calmó el ansia goleadora del punta del Liverpool. La estocada levantó del banquillo a Luis Aragonés, que celebró el tanto de uno de sus pistoleros. El segundo, Villa, permanecía en un segundo plano, discreto, con la caña preparada.

El gol animó a Torres, que lo siguió intentando. Presionaba, hacía faltas y buscaba la portería de Isaksson en cuanto veía una brecha en el muro amarillo. Lo único que rebajó la gradación de su juego fue un exceso de individualismo en algunos momentos puntuales, codicia de un delantero con pedigrí. Tuvo en sus botas el segundo en el minuto 63, una ocasión triple para España, pero su disparo lo atajó el guardameta nórdico.

Villa seguía agazapado. Transparente. Intrascendental. Eso sí, se asociaba muy bien con Torres y tanto ayer como el día contra Rusia no se solaparon ni una sola vez, error que repitieron en más de una ocasión durante la fase de clasificación. Están a gusto uno con el otro y, lo que es más importante, enrachados. Cuando el choque agonizaba, en el tiempo de descuento, el ‘guaje’ se fue. Cinco segundos que valen un partido. El proceso es casi científico: el relámpago, la galopada, el gol. Ahí, arriba, donde deciden los hombres.