Agosto de sensaciones encontradas
Estamos ya en un agosto que invitando a la ilusión, la desconexión y el ocio, en una situación económica y social de cierta recuperación, se presenta agridulce, sin permitir la explosión festiva de cada año pero haciendo posible determinadas celebraciones.
Nos encontramos inmersos en el mes festivo por excelencia, de vacaciones, alegría y reencuentro en los pueblos y lo afrontamos con sensaciones contradictorias, con cierto optimismo por el avance de la vacunación, los buenos datos del paro y la vuelta de la actividad lúdica a las calles, pero también con preocupación por la constatación de que la enfermedad sigue latente, sumando nuevas víctimas mortales, hospitalizaciones y contagios, y tristeza por la cancelación de gran parte de los actos tradicionales de estas fechas. La cara más alegre de este agosto la trae el descenso histórico en las cifras del desempleo, en toda España, y por encima de la media nacional en nuestra región. No es fruto de la casualidad, sino de los acuerdos logrados entre empresarios, sindicatos y administraciones, del plan de empleo regional, del atractivo de nuestra tierra para la inversión empresarial que augura, junto a grandes proyectos en marcha, un futuro de esperanza en lo que a crecimiento, fortalecimiento del tejido productivo y trabajo se refiere. El optimismo también se respira por esa recuperación de programación lúdica en las distintas localidades que en sus días grandes de cada año, cuando ven multiplicar su población, disfrutarán de actuaciones y pequeñas reuniones de sus gentes. En la parte más negativa la frustración por la suspensión de eventos multitudinarios, como festivales, el encierro campero por excelencia del 16 de agosto, procesiones o verbenas, en gran medida de las fiestas con mayúsculas. Será un agosto encorsetado por las restricciones que impone la normativa sanitaria y el sentido de la responsabilidad de cada persona y todavía de dolor, enfermedad y desgraciadamente muerte por una pandemia que no deja de inquietar y dibujar un horizonte de incertidumbre sanitaria. Estamos ya en un agosto que invitando a la ilusión, la desconexión y el ocio, en una situación económica y social de cierta recuperación, se presenta agridulce, sin permitir la explosión festiva de cada año pero haciendo posible determinadas celebraciones, constituyendo una transición entre un triste pasado y un futuro esperanzador pero imprevisible en cuanto a la salida definitiva de una crisis sanitaria que dura demasiado y ha causado mucho daño. A todos nuestros lectores deseamos el mejor de los agostos posible.