Buena niña

Día a día podemos contemplar que la tierra es redonda y que todo da vueltas.
    Hace muchos años, cuando la niña del pueblo la dejaban los padres en el colegio de las monjas de la capital, al despedirse siempre le decían lo mismo: “Tienes que ser buena niña”.
    Cuando esa niña alcanzaba la juventud, aunque para los padres siempre era la niña, llegaba a la Universidad y abandonaba la cercanía familiar, el padre cuando la despedía en el tren le decía: “Tienes que ser buena niña”.
    Hoy, muchos años después,  aquella niña integrada en un joven partido político es sometida a la vieja estrategia de: “Tienes que ser buena niña... y te conseguiremos un trabajo”. Etcétera