Distintos a Rubiales


Alejo Vera supo representar a las mujeres de su tiempo y del pasado haciendo las funciones que de forma habitual se les asignaba, pero también otras más alejadas de los mandatos de género.

En las últimas semanas mucho se ha hablado de Luis Rubiales, el ya dimitido presidente de la Real Federación Española de Fútbol. Presiones, besos no deseados, menosprecio, coacciones… comportamientos que son mucho más que una conducta inapropiada e injustificada, pues lo que verdaderamente reflejan es la cultura machista frente a la que se han plantado las campeonas mundiales con ese «se acabó» al que nos hemos sumando la mayoría de la sociedad española.

Los cambios necesarios hacia la igualdad no solo han de venir por parte de las mujeres. También es necesario que los varones asuman que los privilegios que les otorga el patriarcado se pueden utilizar en un sentido muy diferente al que hemos visto en el mundo de fútbol −salvo excepciones como las de Borja Iglesias, Xabi Alonso y pocos más−, saliendo de la zona de confort y posicionándose, con todas las consecuencias, a favor de la justa causa de la igualdad entre los sexos.

Y en este proceso, igual que las mujeres nos encontramos recuperando una genealogía de la que la historiografía tradicional nos ha privado, los hombres también precisan conocer referentes de otros hombres haciendo las cosas de modo distinto a cómo marca la corriente principal de nuestra sociedad. En Vindicaciones anteriores, de manera especial la publicada el 12 de marzo de 2021 en este medio, hemos comentado la vida del jurista cifontino José Serrano Batanero y de cómo en 1922 se involucró en la Sociedad Española de Abolición de la prostitución.  Hoy hablamos de uno de los mejores pintores del siglo XIX, Alejo Vera, nacido en Viñuelas (Guadalajara) en 1834, de cuyas obras si lo desean pueden disfrutar hasta finales del mes de octubre en el Museo de Guadalajara, sito en el Palacio del Infantado, gracias a la exposición temporal «Alejo Vera. Buscando la belleza».

Damas pintando, de Alejo Vera.Museo de Bellas Artes de Córdoba.

Alejo Vera supo representar a las mujeres de su tiempo y del pasado haciendo las funciones que de forma habitual se les asignaba, pero también otras más alejadas de los mandatos de género. Sin embargo, en mi opinión, lo más honroso de su relación con las féminas fue su disposición a aceptar alumnas y a promocionarlas para que pudieran participar en los espacios artísticos que normalmente tenían vedados, como son las exposiciones nacionales e internacionales. Esta fue la situación de dos de sus pupilas, María Alonso Orduña y Concepción Figuera, quien además firmó algunos de sus cuadros con el pseudónimo masculino de Luis Lárming para así intentar disipar los prejuicios con los que se juzgaban sus obras por ser mujer.

Siendo Alejo Vera un pintor reconocido, un académico respetado y un profesor de pintura apreciado, no tuvo reparos en arriesgar su comodidad para denunciar junto a otras personas unas circunstancias de clara discriminación hacia las mujeres. El caso es que, en 1901, Inocencia Arangoa, una pintora con una formación muy sólida (realizó estudios en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid y fue discípula nada menos que del gran pintor Francisco Pradilla), decidió presentarse a las oposiciones para cubrir una vacante de artista pensionado en la Academia de España en Roma, pero su solicitud fue denegada porque no se veía bien que esa plaza pudiera ocuparla una mujer.

Esta reacción fue contestada por veintiséis mujeres artistas, que en un acto de completa sororidad y solidaridad reclamaron la admisión de su compañera en las pruebas de las oposiciones, correspondientes, dicho sea de paso, a la disciplina de paisaje (las mujeres tenían casi limitada su producción a la pintura de animales, flores, paisajes, bodegones, etc., ya que les estaba prohibido estudiar anatomía humana). 

También se dirigió al ministro un grupo de pintores y profesores de pintura encabezados por José Parada y Santín, entre los que se encontraba, como ya se ha apuntado antes, Alejo Vera, postura que tomaba especial valor porque nuestro paisano de nacimiento había sido director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma, manifestando que el de Inocencia Arango era «hecho de excepcional importancia , pues provoca una resolución sobre el debatido asunto del feminismo y de si las mujeres deben tener ó no tener libre el campo de lucha para obtener puestos artísticos oficiales (…). Bajo este punto de vista se permite a las mujeres que estudien el paisaje en la Escuela de Pintura, se les cobra la matrícula de esta asignatura, y no creo justo que se les niegue luego que con la suficiencia adquirida puedan optar á las ventajas que tienen los demás artistas de sexo feo [los hombres]».

PD. Finalmente, Inocencia Arangoa pudo presentarse a las oposiciones, pero las instituciones, para evitar otra polémica feminista, optaron por no repetir la convocatoria en los años posteriores.