El tiempo que vivimos
Los clásicos griegos y latinos, algunos muy anteriores a Jesucristo, reflexionaron sobre el tiempo y casi agotaron el tema.
Cuando supe que en la Residencia Santa Teresa Jornet, de Guadalajara había fallecido una residente con 108 años de edad me dio por pensar en la diferencia del concepto del tiempo que vivimos que tendrían la centenaria y los padres e hijos de los jóvenes muertos prematuramente. Escribir sobre el tiempo es a veces un recurso fácil para el columnista que no sabe de qué escribir, pero a la vez es un tema difícil porque sobre él se ha escrito mucho. Los clásicos griegos y latinos, algunos muy anteriores a Jesucristo, reflexionaron sobre el tiempo y casi agotaron el tema, por lo que quien dos mil años y pico después trata de desarrollarlo desde un modesto rincón provinciano se encuentra con que sobre el tiempo ya está dicho todo, y es muy difícil aportar algo original. Por eso, si escribo sobre el tiempo es del que habla el hombre de la calle, pues los aspectos filosóficos ya los agotaron los clásicos griegos, la Biblia y los Santos Padres. Y modernamente Ortega y Gasset y sus colegas. Así que pueden estar tranquilos esos sabios y santos que me precedieron porque no voy a enmendarles nada. Me limitaré pues a escribir sobre el tiempo climatológico en Guadalajara llamando la atención sobre las pocas veces que los meteorólogos hombres y mujeres del tiempo de la “tele” escriben en los mapas el nombre de Guadalajara. Ya sé que es el más largo de todas las provincias, estamos junto a Madrid y nuestro nombre casi desplazaría o cubriría el de la capital de España, aunque quizá la culpa sea nuestra por faltar observatorios meteorológicos en pueblos estratégicamente situados en las sierras de Molina o de Riaza para que difundan datos sobre inundaciones, grandes nevadas, etc. Por tanto me limito a escribir sobre el tiempo climatológico, que es el que preocupa e inquieta al ciudadano de a pie. Otra explicación podría ser porque estamos libres de esas catástrofes climatológicas, y porque, a más de un mes de entrar, el otoño nos obsequia con días veraniegos alternando con otros más propios de la época invernal. Cualquiera pensaría que nos ha salido también nacionalista. Y como los políticos catalanes se burlan de los tribunales, el otoño lo hace de las leyes de la naturaleza y si no lo hacen con las astronómicas es porque no pueden… pero ya veremos si el atorrante Torras, no intenta que el Sol brille solo en Cataluña alegando que con la aplicación del artículo 155 lo que se quiere es dejar a Cataluña a oscuras (Sic).