Itsaso Arana: "Con 'Las chicas están bien' busco una mirada complice, un espectador que esté muy presente"

El pasado viernes 25 de agosto se estrenó en cines Las chicas están bien, el debut como directora de la ya consagrada actriz Itsaso Arana. Se trata de una “película-ensayo” que aborda temas como la maternidad, la vida y la muerte, la ficción y la interpretación en un marco de conversaciones y diálogos entre sus protagonistas; actrices que interpretan unas versiones ficcionadas de sí mismas. En Centauros de la Alcarria hemos tenido la suerte de hablar con su directora para que pudiera resolvernos algunas cuestiones sobre la cinta.

Por cómo se estructura la película en “días” o “capítulos”, Las chicas están bien puede recordar a La virgen de agosto. ¿Tu trabajo como guionista en La virgen de agosto sirvió de inspiración para esta película?

Más que inspiración es parte de mi trayectoria. Para mi es una especie de desarrollo natural. La virgen de agosto la coescribí con Jonás Trueba, y ahora él está como productor junto a Javier Lafuente. Son películas “amigas” o “primas” o “hermanas” de alguna forma. Ambas se concentran en un espacio y un tiempo -Las chicas están bien ocurre en una casa de verano durante una semana, mientras que La virgen de agosto se sucede durante una quincena en Madrid-, y a partir de ahí yo creo que ambas se separan. Las chicas están bien se trata de una cinta más coral y La virgen de agosto la considero más bien un retrato personal.

Las chicas están bien es una película que se mueve entre la realidad y la ficción. ¿Cuánto de real hay en esta historia y en sus protagonistas?

Hay mucho. Es cierto que cuando yo convoco a estas actrices, que siempre digo que para mí son irreemplazables, no las convoco a través de un casting normal. Pienso en ellas y para ellas. Para mí era fundamental que sus historias de la vida, sus lecciones y sus talentos, su manera de ver el mundo… que todo eso estuviera dentro de la película. En ese sentido es cierto que tiene una vertiente documental y una vertiente de ficción. Creo que tiene un género bastante particular. A veces puede parecer un cuento de verano, a veces una comedia, a veces tiene momentos más confesionales, más naturalistas, o más teatrales y estatizados. Pero es cierto que había un arraigo muy fundamentado en las historias biográficas de cada una de las actrices.

¿Se dio lo mismo con la localización? Porque parece una historia hecha para esa localización en concreto.

En realidad, yo escribo un guion y cuando yo descubro la casa, me da un shock porque pienso que he escrito esta historia para esa casa sin saberlo. Al mismo tiempo, cuando descubro a la dueña, a Mercedes, que después acaba formando parte de la película, pienso que la casa es parte de ella y que ella también tiene que entrar en la película. Le dije que “llevaba haciendo el departamento de arte de esta película durante veinte años” porque ella ha renovado toda la casa con sus manos. Entonces me perecía raro retratar esa casa pero dejarla a ella fuera. Estoy feliz cómo sale la casa y ella misma dentro de la película.

Quisiera preguntarte también sobre la relación que establece la película con el espectador. Se autodenomina a sí misma una “película ensayo” en esa carta que escribe tu personaje al principio de la película, siendo esto algo que compartes casi exclusivamente con el público. ¿Qué papel tiene el espectador en esta película?

 Como en cualquier película, supongo que se hace para que el espectador ofrezca una mirada que acaba completando la obra. Pero en este caso sí que es cierto que yo estoy buscando una mirada cómplice, y un espectador y espectadora que esté muy presente. Creo que sí que necesita de su participación para que la película se complete. Hay mucha mezcla de géneros, hay mucha meta-ficción… En ese momento de los créditos iniciales, en esa carta que salgo escribiendo, estoy marcando un tono de complicidad, casi invitando al público a darme la mano para darnos un paseo por el campo.

En la película, los personajes hablan, cuentan experiencias y las interpretan a su modo de ver ¿Qué relación tienes con la interpretación en la ficción? ¿Con la interpretación que cada uno pueda tener sobre las historias? 

Una cosa es la interpretación que se pueda tener sobre las cosas y otra cosa es la interpretación como oficio. Uno de los temas más importantes de la película siempre digo que es la actuación. Considero que aunque Las chicas están bien no contenga temas muy originales, en el fondo estamos tratando cuestiones universales y con los que cualquiera se puede identificar como el amor, la muerte o la amistad. La actuación quizás sea un tema algo más particular, aunque creo que como las actrices somos una curiosa especie que no para de investigar la naturaleza humana, quizás no seamos tan extrañas como se nos pinta. A las actrices o se nos ha endiosado, o se nos ha denostado, y creo que este grupo de actrices son bastante humanas. Es muy comprensible las cosas que ellas mismas plantean, incluso de sobre su propio trabajo. Por cómo hablamos de él, hacemos del trabajo algo muy humano e incluso accesible. Nos preguntamos cuales son los límites de la actuación, y si se pueden actuar cosas que una no ha vivido, así como sobre cómo las lecciones de vida enriquecen nuestro oficio.

Compartes día de estreno con la última película de Hong Sang-soo que ha llegado a España y encuentro que son cintas fáciles de relacionar. ¿Se trata de una influencia?

Me encanta que hayas nombrado a Hong porque pensé que ibas a nombrar a Mario Casas. Que con Mario todo bien, pero su película aún no la he visto y al él estrenar su primera película este mismo día, de algún modo estamos hermanados, pero tenemos trayectorias muy diferentes. A Mario no le conozco, pero le mando un beso muy grande desde aquí. En cambio a Hong Sang-soo sí es un director que conozco, que me encantan sus películas y me parecen siempre una grandísima inspiración. Creo que hacen que el cine abra sus límites, siempre es sorprendente e inesperado, así que estoy muy feliz de estar compartiendo cartelera con este director.