La hora de votar
El índice de participación denota la ilusión de una sociedad, la salud del sistema.
La finalización de la legislatura más distinta de la historia democrática de nuestro país nos lleva este domingo a las urnas. Empezó con un presidente después de una repetición de elecciones generales, tras una segunda moción de censura sentó a otro primer ministro en la Moncloa, que no llegó a aprobar unos presupuestos propios y que ha terminado adelantando la celebración de las votaciones, eso sí, gobernando hasta en campaña electoral mediante decretos ley convalidados por la Diputación Permanente. Muchos episodios novedosos en una democracia que ha cumplido cuarenta años y que ha visto romperse el bipartidismo imperante durante gran parte de la misma hasta llegar a este 28 A con la presencia de una quinta formación política con expectativas de alcanzar una representación importante en las Cámaras.
Se dice que la cita que viviremos en pocas horas es crucial y así es, más que en otras ocasiones, al poner en juego el modelo de país con opciones ideológicas más antagónicas que nunca. Lo que pase en cuarenta y ocho horas, el parlamento que salga de las papeletas que depositemos, será decisión exclusiva de los ciudadanos en nuestro derecho a participar, a hacer efectivo el artículo de la Carta Magna que da al pueblo la soberanía nacional. Es un ejercicio de responsabilidad, de libertad, y dentro de ella se encuentra el de no ejercerlo mediante la abstención. La opción corresponde a cada persona y debe ser respetada. Nosotros siempre, ante cualquier proceso electoral, hemos pedido en esta columna la implicación de todos porque votar es elegir, premiar o castigar el trabajo de nuestros gobiernos, contribuir al diseño de la España que preferimos, optar por una forma u otra de entender la política y porque nos da la fuerza moral para alabar o criticar lo que después ocurra. Cada voto cuenta, tiene valor, y aunque no sea determinante de manera individual, suma. El índice de participación denota la ilusión de una sociedad, la salud del sistema y por desencanto que nos causen tantas conductas indignas, salidas de tono o visiones de la situación que no compartamos, siempre hay un alternativa que se aproxime más a nuestra forma de pensar y sentir. Es el momento de decir que aquí estamos y de expresar nuestra opinión votando. Las urnas nos esperan este domingo.