Muface
Cuando a la gente en la calle se le pregunta por la asistencia sanitaria, la gran mayoría suele pensar en la Seguridad Social y el ambulatorio que tiene a la vuelta de la esquina, pero no todo el mundo está adscrito al sistema general de coberturas médicas o de prestaciones, ya que también hay mutuas que se encargan de dar servicio de estado de bienestar a diversos colectivos. El más conocido es MUFACE (Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado), pero también hay otros de gran importancia como es ISFAS (Instituto Social de las Fuerzas Armadas) o MUGEJU (Mutualidad General Judicial (MUGEJU) que atienden a los respectivos colectivos. Esta estructura del Estado surge a primeros de los años 60 para unificar la prestación de servicios públicos que los funcionarios tenían disgregado o no reconocido por la creación dispersa y no estructurada de nuestra querida España en blanco y negro. Más allá de la posible paradoja que los servidores públicos elijan mayoritariamente la atención sanitaria privada (cerca del 70 por ciento de laborantes públicos en MUFACE, 72 por ciento en MUGEJU y 92 en ISFAS), al final la universalidad de la protección social es un derecho de todos, independientemente de su elección. Otro día hablaremos de la eficiencia, eficacia o coste de la disgregación de opciones, pero en todo caso, nadie quiere comerse una cola o lista de espera para que le miren lo más importante de la vida: la salud.
La polémica viene cuando las aseguradoras que dan cobertura a este servicio (Adeslas, DKV y Asisa) han echado cuentas y han manifestado al Gobierno que son incapaces de seguir prestando este encargo. Dicho de otra manera, al precio que tienen concertada esta encomienda, no pueden atender pacientes y se han plantado de manera definitiva. O se encarece el precio por paciente o se descuelgan de seguir atendiendo funcionarios a partir del 1 de enero de 2025. El mayor problema es que casi 2 millones y medio de personas (los propios servidores públicos y sus familias) pasarán a engrosar el censo de trabajadores y beneficiados por la Seguridad Social. Si de por sí existen retrasos o problemas en nuestra joya de la corona (por saturación, falta de recursos o por sobredimensionamiento de la capacidad), solo tiene el lector que imaginarse el colapso de toda la atención médica global en España. Serán los mismos pacientes, pero en menos lugares que ser atendidos. Cierto es que habrá regiones que puedan soportar esta avalancha de gente, pero otras estarán tan tensionadas que lo más razonable será no ponerse enfermo. En la provincia de Guadalajara, en términos generales no habrá un gran impacto, ya que no existen centros privados más allá de la capital y las cifras indican que nuestra renta media favorece a la contratación privada de seguros de salud. Eso sí, tengan paciencia para atención primaria, especialista o cirugía, que la capital de Arriaca tiene lo que tiene.
La solución no es sencilla y las aseguradoras tienen de plazo hasta la fecha de escritura de este artículo para decir a qué precio darían coberturas, pero esta negociación trae de sí una reflexión sobre la organización del Estado y el destino de recursos públicos a lo que verdaderamente importa. Si no hay acuerdo, el Gobierno podrá prorrogar el concierto unos meses más, pero todo apunta a que las primas subirán mucho más del 17 por ciento que ha ofrecido el ejecutivo central incluso cuando propias fuentes de la presidencia anuncia el final inminente del mutualismo a corto plazo. Mi consejo, más allá de navegar en la coherencia de todo esto, es la siguiente: está bien que hayan hecho y aprobado una oposición para tener seguridad y garantías, pero la mejor forma de ser inmortal es ser autónomo o empresario. No hay dolor, no hay gripes y no hay bajas. Perdón por el humor, pero cabalgar en contradicciones es lo que tiene. Aquí tiramos de Orwell: “Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros”.