Nieve de pelotas

Dice un refrán para optimistas más viejo que la tos que no hay mal que por bien no venga. Parece que da la razón a la más que pertinaz sequía seguida de una copiosa cosecha de bellotas. Lo avisaba otro refrán rimado sobre el tiempo que tenía su gracia: “Lluvias en agosto quitan miel y no dan mosto, y pa(ra) la bellota, ni una gota”. Premonitorio.

  Hay refranes para casi todo. No han tardado los jocosos en tirar de otro popular y de rima más facilona: “Año de bellotas, nieve de pelotas”. Lo esgrimen para darle apoyatura sabihonda, quienes han hecho casi su medio de vida las predicciones ancestrales observando las cabañuelas. 

  A estos avispados meteorólogos populares les sirve también para tirarse el pisto, llenar espacios y acojonar al personal apuntando que se repetirá la famosa tormenta de nieve de 2021 con nombre de moza hermosa y cantarina. El año pasado se desgañitaron, pero Filomena faltó a la cita. El manto blanco, regalo excelente para la Naturaleza, no llegó. Ya veremos este año.

  Mientras, las grullas ya están disfrutando en la vecina Gallocanta de la laguna y del superávit bellotero en su viaje de kilómetros y kilómetros desde el frío siberiano al calor africano. También gozan los hermanos cerdos de pata negra en montaneras de Extremadura, Salamanca y Huelva donde, sin estrés y a su aire, crían jamones prestigiosos para carteras rebosonas. Cuentan que en mi pueblo hace muchos años había una piara comunal que, pastando entre carrascas, producía un exquisito “jamón de víbora” famoso en los contornos.

  La vida está llena ironías. Tanto quejarnos del calor y se nos está viniendo encima un invierno bellotero, que sirve de rico alimento para zancudas y guarros de cuatro y dos patas. En tiempos era manjar de barcos y veganos forzosos ¡Qué ricas estaban con buen hambre y un mendrugo!.