Poder y personalidad
El gobierno tiene poder pero, en democracia, también la oposición tiene su poder: el poder protestar, criticar, controlar.
El poder es un instinto, una pasión del hombre, altera la personalidad. Entraría en el universo del “zanatos” según Freud. El poder es el instinto de destrucción. Muerte. Miércoles de ceniza, de las cenizas de los contenedores quemados, del mobiliario urbano incendiado. Pistolerismo de las cosas. Pero comencemos desde abajo. El poder cambia la personalidad de cada uno de nosotros, de aquel que llega al poder. Vaya si lo cambia. De ahí la gran pregunta: ¿quién tiene el poder en el Estado? ¿Lo dejamos al albur de las personalidades, a la ocurrencia de cada dirigente o al orden establecido por las leyes? Algunas personalidades políticas están alteradas por el poder que tienen. Presidencias, vicepresidencias, secretarías, portavocías, todo eso altera la autoconciencia o la percepción de lo que uno es y uno significa en la sociedad políticamente organizada. Poder. Influjo y dominio. Porque en ese instinto y tendencia natural del hombre como vendaval, usa las instituciones para ejercer su poder. El poder es fuerza. Macht und Gewalt, el poder como fuerza, dicen los alemanes. El poder como proyectil. Hacer daño, lesionar a las personas y a las cosas.
El gobierno tiene poder pero, en democracia, también la oposición tiene su poder: el poder protestar, criticar, controlar. Al poder ejercido como fuerza se responde con obediencia o con rebelión. Simbolismo del Parlamento y de la calle, del día y de la noche, de las caras y de las bufandas. ¿A quién obedecen las masas en esas noches oscuras aprovechando la oscuridad? Nadie merece que le sirvamos y mucho menos usando la violencia. Hay pistoleros sentados en los despachos que disparan con palabras. Las palabras son como balas sin pistolas. La recámara está en el corazón y es el odio que carga la sociedad, las calles. Todos somos “baleares”, incendiarios. Silban las balas, suenan las palabras en la sociedad. Exhibición de fuerza. Macht und Gewalt. Esto lo hacen hombre a hombres. No son más que hombres
Cuando todos los políticos y todos los ciudadanos dicen no a la violencia están diciendo sí al poder pero no a la fuerza ejercida con la violencia, con agresión a las personas y a los bienes. La situación política es semejante al conocido mayo de 1968 y nos estamos acostumbrando a unir violencia y estudiantes. Tenemos que hacer o rehacer una teoría política del poder o una teoría del poder político como hizo Hannah Arendt en su ya conocida obra con el título incorporado más arriba Macht und Gewalt (poder y fuerza). Para Hannah Arendt, la fuerza es un poder sin poder, sin límite (endlose) ni estructural, ni biológico, ni ético, ni jurídico, ni social. Una democracia no aguante ni sobrevive a todo esto. Ella establece tres diferencias entre poder y fuerza: el poder no depende del número y la fuerza sí. La fuerza persigue un fin, el poder es siempre el fin de sí mismo. En tercer lugar, el poder es uno contra todos y la fuerza es todos contra uno. Poder y fuerza podríamos titular este comentario. Con la fuerza no se construye el poder. Pero no todos piensan así.