Riadas y fantasmas
¿Cómo andamos? No nos ha llevado la riada, pues bien”, se repetía el pasado puente en Molina de Aragón, donde la dana precursora del Día de los Muertos se cebó sobre el río Gallo y la Hospedería de la Virgen de la Hoz.
La gota fría, como se definía en tiempos del mítico Mariano Medina, también desbordó los ríos Piedra y Mesa, barrancos y ramblas, rompió puentes, partió carreteras e inundó labrados. Por fortuna vino sin guadaña como en tierras valencianas.
Incluso pasó de largo por el bautizado como Parador Maldito o Gotera (como Pepe y su colega Otilio, obreros de tebeo chapuceros y desastrosos), hermanado con la riada levantina en gestores diletantes e incompetentes. Cuentan que en días cercanos a la tenebrosa noche de difuntos, brujas, ánimas lúgubres y fantasmas, se oyeron chirridos y ayes como en Trasmoz, el pueblo endemoniado y excomulgado de Zaragoza que inspiró a Bécquer.
Parece que se trataba de sigilosos operarios añasqueando con reparaciones menores para seguir manteniendo el misterio de un edificio negro y feo a rabiar. Podría haber acogido la mejor celebración de Halloween del mundo.
Sigue el silencio, el suspense y el secreto de su puesta a punto cumplida su mayoría de edad tras el trágico incendio que se cobró la vida de once bomberos forestales.
Dicen que a los frustrados empleados con discontinuidad obligada, sumidos en un erte calamitoso, se les ha comido la lengua un gato. Según están las cosas y las burocracias que envuelven los asuntos oficiales del ente que rige la exministra catalana Raquel Sánchez, los molineses podrían darse con un canto en los dientes si por fin se inaugura en Semana Santa, entrado abril.
Nadie sabe nada. En Ayuntamiento no puede aportar más que lamentos. Dicen las malas lenguas que andan con agujeros o números rojos rojísimos.