Teles putapénicas
Se le cae a uno el alma a los pies viendo las teles estos días vacacionales, por aquello de pasar algo el rato ¡Cuánto tedio, mediocridad y adoctrinamiento permanente!.
El tiempo meteorológico o mejor dicho la calor inunda los “informativos” y la programación matinal y vespertina en una estúpida competición a ver dónde subirá más el termómetro. De paso, se recuerdan récords y rigores de la canícula.
Menos mal que dejan tranquila a Molina de Aragón. Salvo algún indocumentado que se columpia con el llamado “Triángulo del frío” invernal. Puede venir a cubrir la sofoquina.
La parrilla se rellena con lugares de veraneo y diversión de ricachones, gobernantes y famosos de medio pelo. Siempre salva la programación algún macroincendio, accidente enorme o suceso escabroso, mejor con sangre y sexo. Los políticos se van pero alguno hace vaivén para hacer oposición incluso desde el Gobierno.
Los telediarios se han llenado de segundones, palmeras y piscinas. Las cadenas privadas, de concursos, series mayormente turcas e influencers y tertuliasnos. Las públicas desempolvan machistas películas del Oeste, americanas de saldo, documentales rayados…
Una colega conquense calcula que las teles públicas gastan 2.500 millones de euros anuales, con más de 10.000 profesionales y políticos arrimados en sus nóminas. Casi la mitad corresponden a las autonómicas con copiosas subvenciones de sus ejecutivos.
Son televisiones “cercanas”, “nuestras”, dicen. Entre ellas también hay clases. La vasca EITB ‘invierte’ 80,51 euros por habitante, 45,1 la catalana TV3, la TVG gallega 42,5, y nuestra CMM castellanomancheguesa casi 30.
Su mal es su partidismo y parcialidad hacia el poder, en vez de servir a la objetividad informativa. TVE lidera este sectarismo, sólo superada por TV3.
Parece que los espectadores las rehuyen por su cojera monclovita y programas sesgados y chabacanos con fichajes de ‘comunicadores’ ajenos. Normal.
Una pena de dinero público derrochado. “Malimpliao!”, dirían en mi pueblo.