Una vaquilla humana ahuyenta los malos espíritus en Riba de Saelices

15/01/2024 - 18:02 Paco Campos

Para Carnavales, la Asociación Cultural rescató hace seis años una botarga que desapareció hace 60, con la posguerra. “Dedicamos la jornada a rememorar la figura de lo que llamamos vaquilla”, con un evento social, comida popular y actuación de dulzaineros, en una jornada cuya meta es que los más jóvenes “se puedan enganchar a este tipo de actividades”, asegura el alcalde, Carlos Loscos.

FOTOS: TURISMO EN GUADALAJARA

Se logró gracias a una tediosa labor de investigación histórica, ya que había pocos vecinos que la recordaran. Pero, gracias al recuerdo de algún anciano, y de documentos que se han hallado, se ha logrado rescatar del olvido. Todos los años sale para ahuyentar los malos augurios.

La botarga sale de noche, con las amugas, útil formado por dos palos paralelos que se apoya encima de la albarda para transportar la carga, a espaldas de dos personas cubierto con una sábana negra y una cornamenta simulando una vaquilla fantasmagórica, con una serie de cencerros colgando. “En su momento tuvo un contexto vinculado a la superstición, aunque en la actualidad los peques se lo toman como un juego”, señala. A ellas les acompañan cinco chavales de negro con unas máscaras blancas y una varita de avellano con la que azuzan a la vaquilla. Después se organiza una comida popular. Esta actividad se completa con talleres matinales y dulzaineros.

Según se explica en la web turismo en Guadalajara, antiguamente, la tarde del domingo de Carnaval en Riba de Saelices tenía lugar el baile. Ya, entonces, algunos acudían disfrazados con máscaras. Cuando no había aparatos musicales, la ronda del pueblo se ocupaba de hacer  la música.

El martes de Carnaval era el día grande: por la tarde, salía la ronda desde la plaza para recorrer el pueblo. Al mismo tiempo salían las Máscaras, con la cara oculta y dientes de patata. En un momento dado aparecía la Vaquilla con la "Cencerrá", grupo de enmascarados con grandes cencerros atados a la cintura y una vara, que causaban gran estruendo.

La vaquilla se colocaba, en la parte de atrás, una manta de pastor (a modo de culo) para los jóvenes la pinchasen. Corría por las calles embistiendo a todo aquel que se pusiera delante y, finalmente, entraba en el baile armando gran alboroto.

Actualmente la fiesta se ha trasladado al sábado de Carnaval para mejorar la afluencia de público.