23 F: Más viejos, pero más sabios
24/02/2011 - 00:00
Fue el 23 de Febrero de 2011 otro día para la memoria. Conmemoramos que estamos vivos como sociedad. Que la transición, frente a las tesis revisionistas de una derecha predemocrática y de una parte de la izquierda irresponsable, fue un acierto global de un pueblo que tuvo que vencer, para construir un sistema democrático estable, enormes dificultades con suma inteligencia en sus líderes.
Hay muchos españoles que nacieron después del 23-F para los que las fotos en blanco y negro del patético Tejero son parecidas a las que para mi generación significaron las del golpista Queipo de Llano utilizando la radio y las balas para someter a un pueblo. La gran diferencia es que el asesino Queipo de Llano triunfó y lo de Tejero fue una charlotada que pudo ser dramática y sin embargo nos hizo crecer como sociedad.
Viendo a los diputados que lo eran en aquel día, al Rey, al Gobierno de resistencia presidido por un extraordinario y discreto, Francisco Laína, la emoción y el miedo de aquella noche que se hizo eterna, nos conmueve a estar orgullosos como sociedad, cosa que no es frecuente.
Ahora somos más sabios pero nuestros dirigentes mucho más mediocres. La incapacidad de comprender que una sociedad democrática necesita pedagogía política desde la dirección de los partidos, entendimiento en las cuestiones básicas y generosidad en la concepción de la sociedad. Pero frente a eso tenemos cainismo en la clase política y una demoscracia o democracia demoscópica que sólo pretende ganar las elecciones sin proyectos estables de futuro.
En los años del 23-F, frente a lo que proponen los revisionistas de la transición, hubo una clase dirigente inteligente, comedida, sensata y con capacidad de liderazgo para ir esquivando todas y cada una de las trampas que los franquistas seguían preparando. Hoy hay quien se empeña en combatir la impunidad del franquismo, por la sencilla razón que no han alcanzado a entender que el franquismo fue definitivamente derrotado el 23-F. No hay impunidad posible en quien no existe