34 años después
07/12/2012 - 00:00
Con el jefe del Estado convaleciente de una intervención quirúrgica, dos de los artífices de la transición fallecidos en este año- Fraga y Carrillo-, el mismo 2012 en que Suárez cumplió 80 años sin recordar ya cuanto hizo por España, se ha celebrado un nuevo aniversario de la Carta Magna, ese texto que reconcilió a unos y otros después de largas décadas en las que se alimentaron odios y rencores tras una fraticida contienda. Homenaje merecen todos los políticos, fuerzas empresariales, sindicales, ciudadanos en su totalidad que sabiendo dialogar fueron capaces de encontrar un punto de convivencia que dejara medianamente satisfechas las distintas voluntades y convicciones en un momento crítico de la historia. Decía el subdelegado este miércoles en el acto que cada año sirve en Guadalajara para refrendar la adhesión al texto constitucional, que no es una obra perfecta, serán necesarias- como ya ha pasado en dos ocasiones- diferentes reformas en su articulado, algo normal pues las sociedades evolucionan y una norma en su letra no puede ser eterna, aún siendo inmortal su espíritu. Pero también que será ejemplo para las futuras generaciones y, por supuesto, creemos que cuando dentro de doscientos años se estudie merecerá tanto respeto y consideración como hoy lo hace entre los conocedores de la misma la de 1812, que estableció las bases de España como Estado de Derecho con el ciudadano como titular de la soberanía y los poderes divididos en el legislativo, ejecutivo y judicial. Conmemoramos el bicentenario del texto que creó un estado moderno, que implantó las bases de la democracia y donde se fundaron las diputaciones para vertebrar la unidad de los diferentes territorios junto a los gobiernos civiles. ¡Cuantos aciertos!. Tal vez el mayor de los desaciertos de la vigente fuese descentralizar aquel diseño con el invento de las comunidades autónomas. La creación de diecisiete gobiernos y una maquinaria llena de políticos y funcionarios para mantener la compleja administración ha creado unas exigencias de gasto público que están entre las causas de la actual crisis. Muchas voces hablan de repensar el modelo de Estado aunque se deba tocar la Constitución. Nosotros pensamos que se debe eliminar duplicidades, bajar gastos, hacer sostenible el modelo actual, pero sin modificarla.