67 es número primo
01/10/2010 - 09:45
Por:
El comentario
Fernando Almansa / Periodista
Para quienes gustan de las matemáticas sabrán que los números primos, aquellos que no tiene divisores, (aparte de él mismo y del uno como divisor universal), son un mundo complejo y fascinante en si mismo. Ya desde el siglo cuarto antes de Cristo, los griegos se entretenían en este asunto, y Euclídes demostraría la infinitud de dichos números. Ahora los griegos tiene otros problemas matemáticos más complejos con sus finanzas.
El número 67, éste que tanto gusta al gobierno de ZP y que nos proponen como nuestra nueva cadena de vida laboral, es un número primo, y no sé si lo han elegido como una forma de llamarnos primos a todos los que nos lo imponen sin consulta ni opción alguna, o es porque así será más complejo calcular periodos y fracciones, quinquenios, trienios o cualquier otro enio que no sea la hernia que nos va a salir a todos con ese trabajo forzado.
Pero bromas aparte, la barbaridad de la extensión de la vida laboral hasta los sesenta y siete años es mayúscula. Y lo digo alto y claro aunque el Banco de España, y los más acaudalados banqueros razonen sobre sus virtudes. Obvio, son ellos los que en la última década han engrosado sus arcas mientras se vaciaban las nuestras, así que ahora, hay que poner la carga de la solución en el lado del trabajador una vez más.
El razonamiento de base es sencillo: hay que tener más ingreso en la seguridad social para poder mantener el nivel de prestaciones sociales y en especial el de las pensiones que crecerán de forma exponencial en un par de décadas. Hasta aquí no hay argumento que lo contradiga. El siguiente paso, es pues asegurarse de que se incrementan las horas laborables cotizables, y esto se consigue mediante el aumento de las personas que trabajan y mediante el alargamiento de su vida laboral. Vamos bien, el Gobierno está apunto de tener razón, pero, lástima, su lucidez se les rompe en el último minuto cuando no tienen en cuenta que la vida laboral hay que alargarla por delante, no por detrás; es decir haciendo que los jóvenes puedan incorporarse al mercado laboral a los veintipocos y no a los treintaitantos. Además la lógica de este Gobierno que de economía sabe muy poquito como se viene viendo, vuelve a estrellarse contra la pared, al asumir que quien hoy tiene trabajo a sus 60 o 65 años de edad seguirá teniéndolo a los 67, como si el trabajo fuera un bien inamovible y eterno, para aquellos en posesión de un contrato laboral.
Por otra parte la tan traída y llevada productividad es obvio que no aumentará ampliando la cola de la campana de gauss en el tramo de los 65 a los 67 años; y si lo hará si es alargamiento se hace dando oportunidades a los jóvenes que se devanan los sesos para incorporarse al mercado laboral. Por último el trabajo infantil se prohibió hace décadas y el trabajo senil, parece que no es objeto de consideraciones morales, quizá haya que empezar a luchar contra este nuevo abuso de explotación laboral y senil. Y finalmente, ¡qué carajo!, quien es el Gobierno para imponer esta cadena a quien quiera retirase del mundo laboral a una edad en la que aun puedan disfrutar de unos años tranquilos; aunque sea a costa de menor prestación.
El número 67 es primo y este Gobierno parece que también.
Pero bromas aparte, la barbaridad de la extensión de la vida laboral hasta los sesenta y siete años es mayúscula. Y lo digo alto y claro aunque el Banco de España, y los más acaudalados banqueros razonen sobre sus virtudes. Obvio, son ellos los que en la última década han engrosado sus arcas mientras se vaciaban las nuestras, así que ahora, hay que poner la carga de la solución en el lado del trabajador una vez más.
El razonamiento de base es sencillo: hay que tener más ingreso en la seguridad social para poder mantener el nivel de prestaciones sociales y en especial el de las pensiones que crecerán de forma exponencial en un par de décadas. Hasta aquí no hay argumento que lo contradiga. El siguiente paso, es pues asegurarse de que se incrementan las horas laborables cotizables, y esto se consigue mediante el aumento de las personas que trabajan y mediante el alargamiento de su vida laboral. Vamos bien, el Gobierno está apunto de tener razón, pero, lástima, su lucidez se les rompe en el último minuto cuando no tienen en cuenta que la vida laboral hay que alargarla por delante, no por detrás; es decir haciendo que los jóvenes puedan incorporarse al mercado laboral a los veintipocos y no a los treintaitantos. Además la lógica de este Gobierno que de economía sabe muy poquito como se viene viendo, vuelve a estrellarse contra la pared, al asumir que quien hoy tiene trabajo a sus 60 o 65 años de edad seguirá teniéndolo a los 67, como si el trabajo fuera un bien inamovible y eterno, para aquellos en posesión de un contrato laboral.
Por otra parte la tan traída y llevada productividad es obvio que no aumentará ampliando la cola de la campana de gauss en el tramo de los 65 a los 67 años; y si lo hará si es alargamiento se hace dando oportunidades a los jóvenes que se devanan los sesos para incorporarse al mercado laboral. Por último el trabajo infantil se prohibió hace décadas y el trabajo senil, parece que no es objeto de consideraciones morales, quizá haya que empezar a luchar contra este nuevo abuso de explotación laboral y senil. Y finalmente, ¡qué carajo!, quien es el Gobierno para imponer esta cadena a quien quiera retirase del mundo laboral a una edad en la que aun puedan disfrutar de unos años tranquilos; aunque sea a costa de menor prestación.
El número 67 es primo y este Gobierno parece que también.