75 años de la escalera de Buero y 40 del instituto que lleva su nombre


Carlos Buero nos dio a todos una exclusiva: en octubre se va a volver a representar ‘Historia de una escalera’, en el Teatro Español, de Madrid, donde hará en ese mismo mes 75 años que fue estrenada.

No hace tanto que mi entrega mensual para Nueva Alcarria la dedicaba a la evidente, aunque bastante desconocida para muchos, vinculación de Antonio Buero Vallejo con el ámbito de la poesía, cuando afortunadas y gratas circunstancias me invitan a volver la mirada y, sobre todo, el pensamiento y la palabra, hacia el gran dramaturgo alcarreño. Siempre que puedo, vuelvo a él, y, sobre todo, cuando además debo, como es el caso. 

Regreso a Buero porque el instituto de enseñanza secundaria que lleva su nombre, acaba de celebrar lo que el centro denomina “Día del Buero”, una actividad docente extracurricular que ya tiene su continuidad en el tiempo y en la que se programan actividades como talleres, exposiciones, conferencias y charlas, exhibiciones o concursos en los que la implicación del claustro y la AMPA en su organización y el interés y la alta participación del alumnado en ellas, avalan que se trata de una buena iniciativa. Aunque las actividades programadas en el “Día del Buero” en 2024, y concretadas en dos fechas, 8 y 20 de marzo, estaban relacionadas con muchos y variados ámbitos del conocimiento, en ellas se ha hecho un hueco especial a una efemérides bueriana que no debe, ni puede, ni va a pasar desapercibida, no solo en Guadalajara, su patria infantil y juvenil, sino en cualquier geografía cultural: Este año se cumple el 75 aniversario del estreno de Historia de una escalera, la obra con la que nuestro paisano ganó el Premio Lope de Vega de Teatro en 1949. Con ella irrumpió en la escena española como un necesario y fresco viento renovador, batiendo todos los récords de críticas favorables y número de representaciones cuando se escenificó por primera vez en el Teatro Español, en Madrid, el 14 de octubre de 1949. Coincidiendo con este aniversario, tan importante en la vida de Buero pues fue el que le proyectó a la fama y el éxito como dramaturgo, el IES Buero Vallejo también ha celebrado que hace 40 años, exactamente en enero de 1984, se le daba el nombre que sigue teniendo en la actualidad al centro docente que, cinco cursos antes, había iniciado su actividad con el de “Mixto nº 2”, si bien su ubicación primitiva y provisional estuvo en lo que durante años fue el CEIP “Balconcillo” y hoy es el “Balcón del Tajo”. El actual edificio que ocupa este IES, en el paraje popularmente conocido como “Cerro del Pimiento”, fue inaugurado en el curso 1979/80.

Los alumnos del Buero han podido conocer este año, más y mejor, la vida y la obra del escritor alcarreño porque en el “Día del Buero” se han programado actos especialmente por y para ello con motivo de las efemérides ya citadas. En el apartado de talleres, han hecho una “Ruta de los lugares” de Buero, siguiendo las huellas vitales del escritor en su ciudad natal: la calle Miguel Fluiters-donde nació-, la plaza de España-donde primero se formó su padre y después fue profesor cuando, siendo entonces la plaza del Conde, se ubicaba allí la Academia de Ingenieros, sobre cuyo solar, devastado por un incendio hace exactamente un siglo, se ubica el actual Archivo General Militar-, el histórico Instituto de Enseñanza capitalino, antaño único y hoy llamado Liceo Caracense -donde estudió entre 1926 y 1933-, la Concordia o San Roque-parques en los que moceó y jugó al “teatro total”- o el Fuerte de San Francisco-su última residencia en Guadalajara, pues allí fue destinado su padre cuando era comandante, y de la que partió para ir a estudiar Bellas Artes a Madrid en 1934, su primera vocación-. El alumnado del Buero, igualmente, ha podido disfrutar de una exposición temática dedicada al escritor y de otra muestra con citas de obras suyas en francés. En lo que a dramatizaciones se refiere, tan convenientes e importantes cuando se quiere homenajear y poner en valor a un dramaturgo, alumnos del centro han representado unos fragmentos de Historia de una escalera  y uno de ellos hasta se ha atrevido a escenificar el Monólogo para su hijo Enrique que el escritor escribió, exprofeso, para una prueba teatral que iba a hacer su hijo menor, lamentablemente fallecido en accidente de tráfico cuando tenía 25 años. Este monólogo, que Carlos Buero, el único hijo que sobrevive del matrimonio Buero Rodríguez, rescató del archivo de su padre tras fallecer, fue puesto en escena por primera vez, precisamente, en el Teatro Buero Vallejo, de Guadalajara, el 23 de marzo de 2007, con motivo de unas jornadas de autor a él dedicadas. Un concurso de dibujo, bajo el sugerente y apropiado título de “Buero y escaleras”, también ha formado parte de la programación que estamos comentando.

Carlos Buero, David Montalvo, director del IES Buero Vallejo, y Jesús Orea, en la charla-coloquio sobre el dramaturgo alcarreño.

Punto y aparte merece el ciclo de siete conferencias programadas para completar el “Día del Buero”, debiendo destacar entre ellas la que trató sobre la sociedad en la época del dramaturgo, y la otra, más con formato charla-coloquio que conferencia, dedicada a la vinculación del escritor con Guadalajara, en la que tuve el honor y el placer, a partes iguales, de participar como ponente, junto a Carlos Buero, y el director del instituto, David Montalvo. La fotografía que acompaña este texto refleja este momento y está tomada en el salón de actos del centro San José, donde tuvo lugar. A ella asistió alumnado del instituto en un número muy importante, profesorado y miembros de la AMPA, entre ellos su presidenta, Pilar Martínez. También estuvieron presentes el director provincial de Educación, Cultura y Deportes, Ángel Fernández-Montes, que abrió el acto, la concejala de Educación del Ayuntamiento, Begoña García, y técnicos y otros responsables de la delegación provincial de Educación.

  Carlos Buero, que se incorporó a la charla-coloquio ya iniciada, nos dio a todos una “exclusiva” muy grata que quiero compartir con los lectores: en octubre se va a volver a representar Historia de una escalera, en el Teatro Español, de Madrid, donde hará en ese mismo mes 75 años que fue estrenada. Como destacó el hijo del dramaturgo, se trata de una obra que vino a cambiar el teatro español, a tintarlo de existencialismo y realismo social, y a apuntar el simbolismo, tan bueriano. Su irrupción fue paralela a la del neorrealismo italiano y su impacto en España fue similar al de aquél en Italia. Una obra, sin duda, determinante en la historia del teatro español del siglo XX y gracias a la cual nuestro paisano escritor triunfó y pudo dedicarse ya plenamente a la dramaturgia, con el conocido éxito que cosechó en ella y cuyo culmen fue la obtención del Premio Cervantes en 1986, entre otros muchos reconocimientos y galardones. 

Historia de una escalera, por tanto, va a volver, feliz y oportunamente, a las mismas tablas del Teatro Español en las que se estrenó en 1949 en unas circunstancias, cuando menos, curiosas que quiero resaltar. Además de la recompensa económica -5.000 pesetas de aquella época que, en moneda constante, serían ahora más de 2000 euros- y el correspondiente diploma que Buero recibió del Ayuntamiento de Madrid por haber ganado el Premio Lope de Vega, las bases de la convocatoria otorgaban también como importante recompensa complementaria que la obra se representase, nada más y nada menos, que en el Teatro Español. La familia Luca de Tena, que controlaba el periódico ABC y, a la vez, estaba en el jurado del premio y gestionaba el teatro, decidió retirar de su programación una obra de José María Pemán porque al público no le atraía y poner en cartelera la de Buero solo unos días, cumpliendo así con las bases, para después programar el tradicional Don Juan Tenorio en torno a Todos los Santos. A pesar de que los Pemán sabían que la obra de Buero era muy buena ya que habían formado parte del jurado que la premió, no sospechaban que “Historia de una escalera”, escrita por un novel recién salido de las cárceles franquistas, donde penó 7 años por “adhesión a la rebelión” y hasta estuvo unos meses condenado a muerte, iba a triunfar de la manera que lo hizo. De hecho, en su estreno, el propio Buero fue invitado a saludar desde el escenario, no solo al final de la representación, sino después de cada acto, algo absolutamente inusual. 189 representaciones alcanzó la obra de un tirón y fue capaz de dejar ese año a Don Juan sin acudir a su habitual cita con las tablas del Español y el público madrileño. Debió quedarse en Sevilla, como en su Cádiz quedose Pemán desconcertado porque a él, tan celebrado por el régimen de aquella hora, le había desplazado un escritor novato y, además, “rojo”. La escalera vital de Buero tiene una historia de muchos peldaños y algunos de ellos verdaderamente inclinados, pero la teatral le llevó a un camino de éxito, no siempre sencillo, pero absolutamente incuestionable y le aupó a lo más alto de la escena española. El teatro español en la segunda mitad del siglo XX se llama Antonio y se apellida Buero Vallejo (Guadalajara, 1916).