A alcaldes y alcaldesas

02/03/2011 - 00:00 Linda Rosell

    Yo que jamás tuve manía a los animales, muy al contrario, en mi niñez me gustó acariciarlos, debo confesar, que cada día un poco mas, estoy sintiendo cierto rechazo hacia los perros, y todo por culpa de sus dueños. Estamos en invierno, y a pesar de ello, las esquinas desprenden un desagradable olor a orinas de perro. Por qué sus dueños no llevan una botella con agua y la arrojan poco a poco allí donde orine su mascota. Últimamente, cuando me dispongo a salir de casa una idea me intranquiliza, “ las aceras de mi ciudad” .
    Tengo la sensación de que me voy a manchar, a contagiar, a infectar, y todo, porque su estado no puede ser más deplorable : excrementos caninos, esquinas malolientes y ennegrecidas por los orines de los perros, y lo que es peor, con la llegada del invierno, escupitajos o expectoraciones. Con este panorama, no podemos pensar que vivimos en una sociedad avanzada y progresista, más bien todo los contrario, creer que aún vivimos en la “ Edad de Piedra”, época en la que no se tenían noticias del papel , y menos, de los tan socorridos e higiénicos “ pañuelos de papel ”. Pero no todo es negativo y, lo que se hace bien hay que reconocerlo, por lo que desde aquí aplaudimos todas y cada una de las campañas que se están haciendo en favor del tráfico y, ahí están los resultados, ha disminuido el número de muertos en nuestras carreteras. Por qué no copiamos de las campañas de tráfico y hacemos campañas educativas de “higiene pública” contra los orines, y sobre todo, contra excrementos y escupitajos en nuestras aceras. Tampoco debemos ignorar a esos adolescentes y jóvenes circulando en bicicleta a velocidades endiabladas por las aceras, puesto que sin duda, pueden ser la causa de un grave accidente.
    Esos coches aparcados en las mismísimas esquinas, que cierran el paso obligando a niños y a ancianos a saltar a la calzada . También, y más de una vez, hemos visto a jóvenes veinteañeros orinando sin el menor recato en nuestras calles, y nos hemos dicho, “en nada se diferencian de los perros”. Por todo ello nos preguntamos, ¿ pero qué clase de sociedad estamos creando?, ¿ es que nuestros representantes municipales no pisan nuestras calles