A propósito del 'conflicto vasco'

11/01/2011 - 00:00 Carlos Carnicero

La pretendida justificación teórica de ETA es la existencia de un conflicto vasco, de naturaleza política, que a su entender sería imposible resolver a partir de la Constitución de 1978 y desde su desarrollo legislativo, al amparo de la voluntad popular. Su insistencia en resolver ese contencioso como condición indispensable para el cese definitivo de la actividad terrorista es una constante en todas las ofertas de negociación que no ha tenido en el último comunicado su excepción. El asunto ni es semántico ni baladí. Es esencial. Un estado de derecho no puede entrar en ese trapo, y si en algún momento lo hizo o pareció hacerlo, como cuando José María Aznar habló de "Movimiento Vasco de Liberación Nacional", para referirse públicamente a ETA, fue un dislate. Lo mismo que cuando el Gobierno de Zapatero accedió a una negociación con dos mesas, una de ellas con Batasuna, protegidas sus tesis por ETA, para analizar contenidos políticos tan concretos como el "derecho a decidir" -eufemismo del derecho a la autodeterminación- o la presumible integración de la Comunidad Foral Navarra en Euskadi. ETA estuvo a punto de conseguir una victoria histórica que boicotearon ellos mismos con los asesinatos de la T-4. Me explicaré: era tal el deseo de la sociedad de terminar con el terrorismo en aquellos momentos, que la asociación de ese anhelo con la creencia asentada de que con ETA no se podía acabar por vías judiciales y policiales facilitó preacuerdos que hubieran sido un auténtico disparate, asentando para la historia que matar podría tener rédito político. Esa torpeza del Gobierno de Zapatero ha sido suficiente y brillantemente rectificada por la gestión de la lucha antiterrorista en los últimos años por Alfredo Pérez Rubalcaba. Ahora mismo, gracias al desgaste terrible de la organización terrorista por la eficacia policial, la población española está asentada sobre el convencimiento de que ETA ya está derrotada y en modo alguno se puede negociar ningún contenido político de un "conflicto" que es metafísicamente imposible de reconocer porque sería tanto como dar legitimidad a un terrorismo cuya existencia habría solucionado lo que la soberanía popular no pudo. Es importante que para la historia queden asentados de conceptos vinculados a ETA. El primero, derrota sin paliativos. Sin ventajas, sin concesiones distintas de las que pueda tener un preso que se quiere reinsertar a partir del arrepentimiento. Y la segunda, la de la inutilidad de un sangriento recorrido que sólo y nada menos hizo una extensa cosecha de sufrimiento.