Abandonados a su suerte

10/11/2010 - 00:00 Victoria Lafora

Los saharauis no interesan a la comunidad internacional; no venden. Las noticias sobre la masacre llevada a cabo por el ejército marroquí en el campamento de Agdaym Izik y la "intifada" posterior en El Aaiún, no han tenido la menor repercusión en la prensa de Estados Unidos, ni en los grandes rotativos europeos. Ninguna cancillería occidental quiere enemistarse con la monarquía alauita. Incluso la UE renovará en fechas próximas su privilegiado estatus de socio preferente. Francia y el Eliseo son sus más fieles amigos en la vieja Europa y en el Quai D`Orsay se corta en seco cualquier critica a Mohamed VI o a su falta de respeto a los derechos humanos. La monarquía marroquí hace el trabajo sucio en el Magreb al frenar sin miramientos la inmigración que Europa no quiere acoger en su territorio. Además, reprime a sangre y fuego, sin miramientos democráticos, el terrorismo islamista que se extiende en forma de Al Qaeda por el Sáhara compartido por Mauritania, Malí y Argelia. Esa implacable función policial tiene un precio que se paga en forma de silencio y mirando hacia otro lado en el caso del Sáhara; además de los acuerdos preferentes. Por eso, el ejército marroquí se atrevió a asaltar el campamento de refugiados saharauis precisamente el día en que se iban a reanudar en la ONU, en Nueva York, las conversaciones con el Polisario. Sabían que ese acto de fuerza, esa chulería, esa prepotencia y ese atropello no iba a causarle sanciones de nadie. Sólo la sociedad española ha puesto el grito en el cielo ante las escasas imágenes que llegan desde El Aaiún, donde se está viviendo una persecución casa por casa y enfrentamientos durísimos en la calle. Sin la presencia de la prensa, censurada por el régimen de Rabat, los saharauis consiguen sacar al exterior las imágenes de la represión grabando con sus teléfonos móviles y colgándolo en Internet. Sólo los canales de televisión de nuestro país están emitiendo esas imágenes de mala calidad, al resto no les interesan. Es verdad que la respuesta del Gobierno Zapatero y de la ministra Trinidad Jiménez ha sido pusilánime ante la brutalidad de lo sucedido. Pero, pese a la historia que nos une con el Sáhara y la vergonzante salida que España hizo del territorio, con un dictador, Francisco Franco, agonizando en el Pardo, este país, solo, poco puede hacer por la causa saharaui. O la comunidad internacional decide afrontar la descolonización del Sáhara y la ONU hace cumplir a Marruecos sus resoluciones o el pueblo saharaui quedará abandonado a su suerte, por muchas condenas que se hagan. .