Abandonar dogmas

03/02/2012 - 00:00 Andrés Aberasturi


 Nicolás Redondo, esa inteligencia política desbarata por el PSE, señalaba en Onda Cero tres puntos que deberían aclararse de una vez en este congreso del PSOE: qué oposición se iba a hacer, reflexionar sobre si en el Siglo XXI lo público es mejor por obligación que lo privado y qué concepto de nación se define y se defiende. Y estas tres cuestiones -junto con otras, como es natural- me parecen desde luego fundamentales y muy especialmente en estos momentos de confusión y crisis.

  Recomendaba Redondo una oposición que trabajara junto al Gobierno para crear las condiciones necesarias de forma que, más pronto que tarde, se comenzaran a crear puestos de trabajo porque este país no puede permitirse ni un día más una sangría como la llevamos sufriendo tantos meses. Pero esta oposición que es la que reclama no sólo Redondo sino la inmensa mayoría de los ciudadanos, me parece a mí que no va a ser fácil por dos motivos: en primer lugar porque, sea quien sea que lidere el PSOE, se va a sentir en la obligación de pagar con la misma moneda al Gobierno Rajoy con la que Rajoy -según se ha dicho hasta la saciedad- pagó al Gobierno del Zapatero, es decir, negándose a casi todo, oponiéndose por sistema.

  Si esto es lo que hizo o no el PP en la oposición, es harina de otro costal, así como las razones que le llevaron a esta posición, pero lo cierto es que la percepción de los dos candidatos es la de dos exministros de Zapatero que han vivido y acusado la no ayuda de Rajoy en su momento. La segunda razón por la que va a ser difícil trabajar juntos es por la propia mayoría absoluta del PP y la buena disposición tanto de CIU como del PNV -dos partidos de derechas- a resolver los problemas económicos con las mismas recetas que plantea el PP. Con mayoría absoluta y, a más a más, el apoyo puntual de los nacionalistas, el PP corre el grave peligro de preguntarse para qué necesita Rajoy al PSOE. La respuesta es evidente: para que algo dure de una vez en este país de quita y pon, para que tengamos al menos una educación, una sanidad y unas reglas de juego económicas que nos aseguren un futuro y un futuro igual para todos.

  Pero para eso también el PSOE, y la izquierda en general, tendrían que esforzarse en abandonar algunos dogmas que pudieron ser válidos en otro tiempo pero que la globalización y la concepción del trabajo que han traído las nuevas tecnologías, ha cambiado; me refiero, entre otras cosas, al segundo punto al que se refería Redondo sobre la presunta supremacía siempre y en todo lugar de lo público frente a lo privado. Pues ya no; y convendría que la izquierda y los sindicatos entendieran que esto es, al menos un poco, así. No sé que pasará en el Congreso y si las diferencias entre los dos candidatos roza de lejos todo lo que se ha apuntado aquí. Me temo que no y me temo que por lo que se lucha no es por un modelo de partido sino más bien por un espacio de poder. Tal vez lo urgente sea ahora tener un /una secretario/a general y plantearse después otras cuestiones. Pero sin renunciar a lo que ha sido y debe ser el PSOE, parece urgente una puesta al día en algunas verdades que hasta ahora parecían reveladas. También era un dogma el marxismo hasta que lo dejó de ser y no sólo no pasó nada sino que fue el comienzo de una modernización que ya se ha quedado vieja. .