Adiós al tinto de verano

26/08/2011 - 00:00 Esther Esteban

 

Los ujieres del Congreso de los Diputados me comentaban el otro día, después de la sesión parlamentaria, que no recordaban un mes de Agosto tan extraño como este. Es verdad que en otras ocasiones se han celebrado un pleno extraordinario en medio de la calorina, que sus señorías cambiaban solo por unas horas la hamaca y el chiringuito de la playa por el incómodo escaño y la tapa del bar el Manolo, pero en esta ocasión además de que han tenido que renunciar a su tinto de verano durante dos largas jornadas y en una de ellas hacer una reforma exprés de la Constitución ¡todo un récord!.  
 
 
  Me decían entre risas y veras, que ni siquiera la norma de Bono- de que todos acudan perfectamente trajeados y encorbatados-, o su aspecto de gente rica y pulcra evita la tensión que se palpa en el ambiente cuando huele a elecciones, y ahora más que nunca porque también huele a cambio. Es verdad que ha sido un verano raro y ya no solo porque se haya tenido que negociar contrarreloj abrir el melón constitucional para dar gustito a Merkel y el BCE, o porque sea la segunda vez desde 1978 que se enmienda la Carta Magna, sino porque no ha habido un solo día en el que la política no haya ocupado las portadas de los periódicos y siempre para mal. Ha sido un verano raro en el que nada es lo que parece.

   Resulta que lo que no han sido capaces de hacer PP y PSOE en las dos últimas legislaturas: entenderse, lo hacen ahora con la urgencia del último minuto. Unos para no perder los pocos que les queda -después de la debacle de las municipales - y los otros para, al menos, guardar las apariencias del consenso de cara al 20-N. Claro que ¡bienvenido sea el consenso! aunque llegue tarde, pero en la próxima legislatura o se remangan todos y pactan las cuestiones fundamentales que tiene pendiente nuestro país, o esto no hay Dios que lo arregle.

   Ha sido un verano raro en las filas socialistas donde quien manda tiene que demostrar cada minuto que lo hace, mientras que el elegido se ve obligado a distanciarse, como sea, de quien le designó para no dar la apariencia del converso. Lo que al Secretario general del PSOE le interesa para no quedar como el peor presidente de la historia de nuestra Democracia, al candidato le viene como una patada en el hígado y entre pellizcos de monjas, el electorado de izquierdas no es que este confuso, es que ya no sabe a que atenerse. Ha sido un verano raro para el PP, que se ha estrenado en sus nuevas responsabilidades autonómicas con plantes de quienes, en teoría, deberían ser sus leales, como los farmacéuticos.

   Y como nada es lo que parece, ahora resulta que a Cospedal le están dado en su trasero la patada que en su día le debieron dar a Barreda, mientras los suyos empiezan a ver a ese colectivo como una pandilla de peligrosos izquierdistas ¡ Vivir para ver¡. Y también ha sido un verano raro para nosotros, los plumillas, que acostumbrados a las famosas serpientes de verano que engordamos cada año con historias de famosos, en esta ocasión nos hemos tenido que empapar de temas de altura, que aun siendo fuegos de artificio nos han tenido la mar de ocupados. Un verano raro para una época rara y un futuro más raro todavía. Me quedo con el tinto de verano. .