Advierto al Kremlin...

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

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FERNANDO JAÚREGUI, PERIODISTA
“Me parece poco probable que el Kremlin sea quien fije el precio del litro de gasolina si la petrolera rusa entra en Repsol”.
Hubo en tiempos, en la época del franquismo duro, un conocido periodista español que se hizo célebre porque, en un comentario en un periódico provincial (2.500 ejemplares de tirada) escribía lo siguiente: “advierto al Kremlin por tercera y última vez...”. No consta que temblasen las paredes del Soviet Supremo, ni del Politburó, ni que hubiese conmoción en la Plaza Roja ante esta terrible amenaza del por otro lado infeliz periodista. Pero lo cierto y verdad es que las alusiones al Kremlin, donde han vivido los dictadores rusos hasta desembocar en Putin (teóricamente un demócrata porque en Rusia se celebran elecciones periódicas), son bastante frecuentes en la vida española.

Ahora, sin ir más lejos, una dirigente del Partido Popular, para escenificar su oposición a la entrada de la petrolera rusa Lukoil en el accionariado de Repsol, se ha permitido decir que no queremos que “sea el Kremlin quien nos fije el precio de la gasolina”. Evidente simplificación, como es obvio, que constituye un desmadre más en esa dialéctica verbal tan rectilínea que a veces se gasta nuestra clase política. Y un error de enfoque por parte de esa responsable popular. Me parece poco probable que el Kremlin sea quien fije el precio del litro de gasolina si la petrolera rusa entra en la gran compañía nacional.

Pero no me cabe duda de que la operación Lukoil merece más y mejores explicaciones, a la vista de cuantas ramificaciones estamos encontrando en ella. A mí, en todo caso, me preocupa casi más la sospecha de que haya favoritismos desde La Moncloa, o de que se esté dando un excesivo intervencionismo estatal (¿gubernamental?) en el mundo de los negocios, que la remota posibilidad de que el señor Putin se ocupe de poner los precios en las gasolineras españolas.

Pero mientras podamos lanzar ese viva Cartagena, utilizando al Kremlin, tan lejano, como pretexto, los que usan el privilegio, las comisiones, la información privilegiada y el tráfico de influencias como método habitual de trabajo podrán seguir tranquilos.