Aguirre o la cólera de Dios
25/01/2011 - 00:00
Esperanza Aguirre -o quien le diseña su oscura personalidad política en la sombra- le han cogido gusto a ser la mosca molesta en el entorno de Rajoy. La presidenta de la Comunidad de Madrid es como Lope de Aguirre, tal y como lo retrata el cineasta Werner Herzog en la joya del cine alemán, "Aguirre o la cólera de Dios", magistralmente protagonizada por Klaus Kinski. Siempre en lucha, nunca relajada, y siempre tras la notoriedad.
Al igual que el personaje histórico, Esperanza Aguirre goza, lo lleva en la sangre, con la incomodidad rayana en la rebeldía con la que sistemáticamente erosiona la autoridad de Mariano Rajoy. Por si había dudas sobre su forma de proceder, no sólo se marchó de la convención de Sevilla de su partido antes de que terminara, sino que proclamó públicamente su apoyo a Francisco Álvarez Cascos, declarado en rebeldía, que ha abandonado el Partido Popular para crear su propia formación de cara a las elecciones de Asturias.
Esa conducta en cualquier otra persona del PP hubiera conducido a abrir un expediente, puesto que apoya a alguien en rebeldía. Una falta mucho mayor que la que pudo cometer en su día el teniente de alcalde Manuel Cobo.
Pero sobre todo, el culto al personalismo que rebela la posición de Aguirre es tremendo. Francisco Álvarez Cascos se marchó del PP para hacer carrera en la empresa privada, en donde por cierto le fue bien gracias a las influencias obtenidas en la vida política. Y un partido no es una empresa en que sea lógico pedir excedencia y que te guarden el puesto.
Asturias puede vivir sin Francisco Álvarez Cascos y el PP también. Con su desprecio a las decisiones de su partido, Esperanza Aguirre acaba de descalificar todos sus argumentos de denuncia contra Manuel Cobo que se permitió decir lo que pensaba de la presidenta de Madrid pero nunca llegó al extremo de pronunciarse a favor de otro candidato y mucho menos de alguien que se hubiera marchado dando un portazo del partido. Así está la derecha en Asturias y así se las gasta Esperanza Aguirre.