Algunas formas de totalitarismo

08/04/2016 - 20:12 José Arnal

Hoy las formas de totalitarismo político y social se presentan con ropajes camuflados.

Hoy las formas de totalitarismo político y social se presentan con ropajes camuflados. Durante las campañas electorales es frecuente que se lancen propuestas, que después no se ejecutan (recuerdo una viñeta en la que un político lanzaba, ante su auditorio, la siguiente medida: “crear 30.000 plazas de educación infantil”, a la vez, que una voz, desde detrás del telón, decía,: “y, diles, que también un jamón”.
    La panacea de la democracia empieza a ser cuestionada. Los mismos políticos realizan esfuerzos colosales para que la indiferencia de los ciudadanos no les propicie el descalabro de la abstención y de votos en blanco que les prive de su legitimidad. Se ha caído en la cuenta que la “omnipotente voluntad general” ha ido demasiado lejos al pretender legitimar, cuando no legalizar, el vivir, el morir y el pensar.
    El ciudadano de a pie está escarmentado de las ideologías prometedoras de paraísos; por el contrario, quiere recuperar el protagonismo de las personas y de la sociedad: la sinceridad, la honradez, la lealtad, la iniciativa, la creatividad, las tradiciones, el asociacionismo cultural y profesional, los derechos básicos, el bien común (...), y rechaza el totalitarismo y la prepotencia del poder político, cuando usurpa ámbitos y cuestiones que no son de su competencia.
    El totalitarismo de los estados construidos artificialmente, sojuzgando a los pueblos, no es exclusivo de los grandes imperios, se da en países y en regiones de reducida significación mundial. Junto a las reivindicaciones de recuperación de la propia identidad y soberanía, los nuevos protagonistas, el poder constituido, cuando no sectores de la misma sociedad, pueden imponer actitudes y comportamientos de exclusividad, de falta de apertura y solidaridad. Paradójicamente, en la vieja Europa, estamos sintiendo esas contradicciones: afirmación de lo propio y negación de la diversidad; internacionalización y regionalización; solidaridad y exclusión - racismo (...). Lo propio (cultura, costumbres, lengua...) nos está haciendo olvidar principios básicos como la dignidad del ser humano, la sociabilidad, la libertad, la comunicación y el entendimiento, la solidaridad, el destino de los medios para el bien común (...).
    Recuperando la cuestión que nos ocupa, enumeraremos algunas
actitudes y manifestaciones, expresión de lo que hemos llamado totalitarismo en la actualidad, y que cada cual puede identificar, bajo formas diversas, en situaciones concretas de su vivir. Este ejercicio de reflexión puede ayudar a superar la indiferencia y pasividad de las personas y en la sociedad.
    * Es prepotencia y despotismo la actitud de impedir la legítima autonomía de las personas y de la sociedad. Aunque se aleguen razones de mayoría, ésta no legitima la insensatez ni exculpa del error, ya que el error de uno apoyado en la insensatez de muchos se eleva a la (n) potencia en lugar de justificarse.
    * Es despotismo excluir posiciones distintas a las propias porque se teme no poder jugar con ventaja en el terreno de la razón y de la libertad. Se desarma al contrario negándole la igualdad o privándole de su legítima libertad, para permitirle un diálogo en inferioridad de condiciones, cuando no sometido desde las ventajas del poder.
    * Es una forma de totalitarismo la posición que parte de la negación de la objetividad y de la verdad, reduciendo todo a la opinión, que frecuentemente es apañada y preparada para inhabilitar el juicio y la crítica razonados.
    * Se juzga erróneamente cuando se propalan expresiones como: lo estatal equivale a utilidad pública, y lo privado se equipara a egoísmo.
    * Es despótico asegurarse las decisiones por la fuerza de las mayorías, cuando se sabe que las minorías tienen sus derechos y sus razones objetivas, que podrían ser armonizados en un escenario más abierto.
    * Es erróneo identificar democracia y verdad, ya que el procedimiento de decidir por mayoría puede ser acertado o erróneo. Es más, las instituciones pueden ser legítimas para determinadas cuestiones, pero si la mayoría se convierte en árbitro en cuestiones que no le competen se invaden esferas personales y sociales.
cluso considerar la oportunidad de cerrar todas o algunas de las que ya existen, mientras no se llegue a un entendimiento mutuoque garantice el principio de reciprocidad.