Almunia, 'Bon Vivant'

25/06/2012 - 00:00 Santiago López Castillo


 Antes de que saltaran las alarmas de Rajoy y sus boys por el sectarismo del comisario Almunia, dardos envenenados contra el Gobierno español, servidor ya lo venía proclamando con anterioridad en estas mismas columnas. El fracasado aspirante a la secretaría general del PSOE, ex ministro de Trabajo en los mandatos de Felipe González, con el acomodo -a nivel estatal de los principales partidos españoles, que todos sabemos cuáles fueron, se convirtió en un vividor de la poltrona de la Unión/desunión europea. Ancha es Castilla y mucho más la Europa comunitaria, cementerio de elefantes, donde la golfemia se magnifica y luego vengan primas y demás sobrinas deudoras.

  Si ZP se quejaba -con medias verdades- de Rajoy porque no apoyaba al gobierno socialista (crisis, what crisis), Rubalcaba, sus acólitos y el comisario económico-socialista son más de lo mismo, corregido y aumentado, ahora es lo mismo aunque al revés. Porque, en el caso de Almunia, se puede ser del PSOE pero por encima del partido están los intereses españoles en la UE. Pues no. Vamos a introducir palos en las ruedas de esta España en bancarrota y si metemos un dedo en los ojos de Rajoy, a lo Mouriño, mejor que mejor. No cercene, don Joaquín, las reformas estructurales que el ejecutivo del PP está llevando a cabo cuando estuvo callado como un puta cuando gobernaba Rodríguez Zapatero.

  Y los peperos llevan tan solo cinco meses en el poder. Lo único que me une con Almunia es que, como servidor, nació un 17 de junio cuatro años después que yo, pero he ligado más que él, que es una buena renta per cápita, aunque él ha ganado más en dádivas y prebendas por “opositar” a la casta política. Me lo he encontrado en esas aerovías que van a Bruselas en primera fila; es decir, en primera división, clase preferente. Es educado, afable y a veces sonriente pese al gesto duro de vasco. Nos conocimos, tète à tet, además de en las Cortes, en la intimidad de Torrespaña porque se televisaba un Athletic-Real Madrid. Ni corto ni perezoso se colocó en el salón de invitados, primera fila (pincho de tortilla, jamón de Jabugo y tente tieso…), porque era ministro socialista. Uno era -por aquel entonces- director de “Estudio Estadio”, Estadi en catalán, y máximo responsable de los informativos de TVE el fin de semana.

  Hasta que un conserje, sin que yo tuviera la menor idea del auto-invitado, me comunicó, como correspondía, que en la Casa se encontraba un señor de la Cosa del Gobierno. Nos dimos los protocolarios abrazos. Le deseé lo peor para el Bilbao en mi condición de madridista, pero sin abdicar de la objetividad informativa. Que una cosa no está reñida con la otra. No estaba en aquel momento el que sería su jefe de prensa para la candidatura a la presidencia del Gobierno, mi amigo y compañero de TVE Julio de Benito, socialista hasta las cachas y gran persona. Nada que ver con los tejemanejes de los principales partidos del país. UPyD, híbrido político, se pone de puntillas. O sea, socialismo en plan light, con Tony Cantó de primer actor; siempre que lo autorice la dramaturga vasca de “ven y cuéntalo”. .